¿Es el verano una buena época para el emprendimiento?

Al emprendimiento se asocian generalmente conceptos positivos como libertad, independencia y autogestión. Podría parecer, a simple vista, que aquellos que decidimos trabajar por cuenta propia podemos coger vacaciones en cualquier momento y hacer lo que nos plazca. Sin embargo, digamos que la realidad no siempre es así.
El verano ya llegó
Un ejemplo que todos los emprendedores conocemos es el periodo estival. Llegado el mes de junio, parece que todo se mueve. La luz, el sol, la alegría de la gente y la energía del ambiente influyen en un estado de ánimo en el que predomina el positivismo. En el horizonte, el tan deseado y merecido descanso. Un momento en el que podemos olvidarnos del trabajo, de las rutinas y las responsabilidades del día a día, aunque sea solo durante alguna semana.
Para el autónomo generalmente no es así. Si bien es cierto que somos testigos de esas buenas vibraciones y nos dejamos impregnar por ellas, nuestro trabajo no entiende de vacaciones, verano o invierno. Si por algo se caracteriza este tipo de actividad independiente es por la temporalidad de los encargos profesionales que recibimos. Cuando encendemos nuestro ordenador es porque tenemos una fecha de entrega y hay una empresa o persona que espera que la cumplamos escrupulosamente. Trabajamos con un objetivo muy concreto: satisfacer las necesidades de nuestro cliente para que pueda llamarnos mañana y asignarnos nuevos proyectos.
Como consecuencia de este modus operandi, el estío puede ser una época igual que cualquier otra e, incluso, es probable que las rutinas no cambien mucho, salvo para aquellos que vivimos en zonas calurosas, donde el descanso nocturno se hace más difícil. De hecho, me atrevería a decir que puede incluso ser un momento de gran actividad, porque para quienes sí hay un gran cambio es para las empresas, que echan el cierre en agosto y necesitan, bien tener todo listo a finales de julio o lanzan trabajos en julio para entregar en septiembre.
Otra cuestión más que se añade a la cesta es la tan temida declaración trimestral del mes de julio, que todo emprendedor debe realizar. Esto, añadido al resto de gestiones necesarias para el buen funcionamiento de una actividad profesional, supone una pieza más en el rompecabezas del trabajo por cuenta propia. Y no me refiero tanto a la dificultad de lo que requiere el fisco, sino más al tiempo que hay que dedicarle: emitir y reclamar facturas, reunir gastos, hablar con proveedores, etc. Incluso para los que cuentan con la ayuda de un gestor, también tienen que dedicar unas cuantas horas al trimestre.
La conciliación, una preocupación constante
A esto se suma el factor familia. A aquellos emprendedores que hemos cometido la bonita locura de tener hijos el verano nos supone un encaje de bolillos que, en algunos momentos puede llegar a resultar un poco angustioso. Los niños pasan a estar todo el tiempo en casa y, aunque existen campamentos de verano y actividades infantiles, el periodo de vacaciones escolares es muy extenso. Evidentemente, esto dificulta enormemente la conciliación, con independencia de si la actividad profesional es por cuenta propia o ajena. Atender una llamada, escribir un correo y ya no digamos trabajar en un encargo se convierte en una misión casi imposible. Por este motivo, las noches se convierten en grandes aliadas y los emprendedores pasamos a ser más búhos que gorriones.
Con todo, la pregunta con la que iniciamos este artículo tiene una respuesta relativa. El verano, por un lado, puede ser un buen momento, por la actividad profesional que se puede generar y la disponibilidad que algunos clientes requieren, pero, por otro, puede convertirse en una época de preocupación constante para conciliar familia y trabajo o de poco trabajo. Al final, emprender es como todo, depende mucho de la persona y de sus circunstancias. Hay para quienes es la mejor opción y para quienes es un nido de preocupaciones de todo tipo.
Para abarcar lo máximo posible el abanico de posibilidades, también haré referencias a aquellos profesionales que en esta época sufren justo un efecto contrario, es decir, una falta de actividad, que les puede llevar a padecer dificultades económicas y la ansiedad que ello conlleva. A los traductores, por lo general, no suele faltarles trabajo dado el carácter versátil de su actividad: corrigen, traducen, revisan, escriben, etc. Sin embargo, hay muchos otros emprendedores, más especializados, a los que sí les puede suceder. Sin embargo, no hay que desesperar, sino tomarse este tiempo para pensar cómo aprovecharlo en aquello que llevamos posponiendo meses. En mi artículo 11 maneras de aprovechar los momento valle propongo varias ideas precisamente con la intención de aligerar esa preocupación que nos invade a todos cuando la carga de trabajo disminuye. Y, aunque lo redacté pensando en mis colegas los traductores, aplica a todas las situaciones.
Como conclusión, con más o menos encargos, mayores o menores responsabilidades o cargas familiares, lo que sí está claro es que es momento de aprovechar las preciosas tardes que nos regala el verano, de la brisa marina, del olor de los montes y de la luz del sol. Pensar en positivo siempre tiene recompensa. Y como el verano es tiempo también de lectura, cierro hoy este texto con un poema del gran Mario Benedetti. Porque hay días en que uno solo quiere «cerrar la tarde».
Voy a cerrar la tarde se acabó no trabajo tiene la culpa el cielo que urge como un río tiene la culpa el aire que está ansioso y no cambia se acabó no trabajo tengo los dedos blandos la cabeza remota tengo los ojos llenos de sueños yo que sé veo sólo paredes se acabó no trabajo paredes con reproches con órdenes con rabia pobrecitas paredes con un solo almanaque se acabó no trabajo que gira lentamente dieciséis de diciembre. Iba a cerrar la tarde pero suena el teléfono sí señor enseguida comonó cuandoquiera.
Ana combina lengua y comunicación. El propósito de su trabajo es contribuir al mantenimiento y mejora de la reputación de empresas, emprendedores y fundaciones. Por un lado, su labor se centra en la redacción, edición y corrección de contenido (además de traducción e interpretación de inglés a español) y, por otro, trabaja en el diseño de planes de comunicación, principalmente digitales. En la actualidad, es emprendedora, pero anteriormente fue la responsable de la comunicación interna de la editorial SM. Es Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad Europea y recientemente ha finalizado el programa ejecutivo de ESADE «The Global Chief Communications Officer» sobre la gestión de intangibles corporativos como la comunicación y la marca, además de un curso como Community Manager y Marketing de Contenidos en la escuela Aula CM. Le apasionan la novela negra, los viajes y practicar yoga.
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