Los encargos que te interesan y no te interesan como traductor

Dándole vueltas al tema de encargos interesantes y poco interesantes, he escrito esta entrada. Aunque la mayoría de los artículos sobre este tema se centran en tarifas por palabra, no necesariamente es lo único a valorar.
Entre las razones para encargos que «no interesan» también encontramos las siguientes:
- Plazos muy justos;
- Encargos de palabras mínimas muy a menudo;
- Malos plazos de pago;
- Papeleo y declaraciones adicionales de impuestos (por ejemplo, formularios del IRS americano o del IVA intracomunitario);
- Temas que no solamos traducir;
- Formas de calcular las palabras (con software, etc.) que no respondan a la realidad;
- Encargos que ponen a prueba nuestra tolerancia al riesgo;
- Encargos con los que no nos sintamos cómodos por razones éticas, morales, religiosas…
Los encargos que interesan
¿Y qué encargos interesan, entonces? En realidad, cada traductor es un mundo. Por eso pienso que un método que se utiliza en el mundo de la inversión – el IPS o Investor Profile Statement – es una buena idea para definir los límites de lo que queremos y lo que no queremos como traductores. Igual que los inversores rellenan un cuestionario extenso con sus preferencias antes de invertir, tal vez deberíamos hacer nosotros este ejercicio para perfilarnos como profesionales.
Perfil ideal
En cierto modo hay cosas muy parecidas. Para citar un ejemplo reciente una traductora difundió un artículo mío en redes sociales (las 10 maneras de perder dinero con una traducción jurada) y dijo algo así como «pues así están los jurados«. Le dije que no, que no eran así todas las juradas. Lo que ocurre es que hay que ser conscientes de que existe riesgo empresarial (y, por tanto, riesgo de perder). Y en una época como la actual la «gente pequeña» tenemos todas las de perder, y hay que ser conscientes.
Por eso, la matriz del «Investor Profile Statement» me parece muy adecuada como modelo porque en ella se definen cosas como nuestra tolerancia al riesgo y son factores muy interesantes para ayudar a un freelance a encontrar clientes con los que se encuentre cómodo. Y también para que entienda los encargos que debería (siendo coherente) aceptar y rechazar. Porque muchos freelance actúan de manera incoherente y aceptan y rechazan encargos porque les insisten, porque les presionan o porque ese día están rendidos y no pueden ni pensar. Y, a menudo, no responde a razones económicas bien pensadas. Sino que es algo del «cerebro reptiliano» o a nivel de reacciones y emociones.
Perfiles de riesgo
Por tanto, y aunque excede del cometido de este blog, igual deberíamos pensar primero en perfiles de riesgo:
- Tolerancia muy baja al riesgo: igual no deberías ser freelance sino buscar un trabajo en una empresa o de funcionario, porque es muy difícil no correr ningún riesgo como freelance.
- Tolerancia media al riesgo: pienso que en esta categoría se agrupan muchos freelance. En traducción, por ejemplo, encontramos los freelance que trabajan preferentemente para agencias, porque «al menos pagan», aún a costa de reducir algo sus precios.
- Tolerancia media – alta al riesgo: los gestores de una agencia o los freelance que subcontratan trabajos a otros traductores.
En el mundo de las inversiones la ecuación siempre responde al principio «a mayor riesgo, mayor ganancia«. Por tanto, no tendría sentido ni lógica, por ejemplo, correr un alto riesgo a cambio de nada.
Lógicamente, los traductores (y profesionales de las artes y oficios en general) muchas veces no analizamos fríamente nada (como haría un inversor) y actuamos de manera ilógica desde el punto de vista económico.
Diversificar
Diversificar es una estrategia que siguen los gestores de carteras de inversiones para reducir el riesgo. Por tanto, tienen en una cartera distintos tipos de inversiones: valores, deuda, materias primas, private equity, propiedades inmobiliarias, etc. El objetivo es reducir la exposición a un solo tipo de activos / pasivos.
Desde el punto de vista del freelance o PYME, nos interesará tener una cartera diversificada con un poco de clientes de cada tipo (agencias, clientes directos de diferentes clases, particulares…) o, incluso, encargos de diferentes tipos (traducciones, interpretaciones…) para reducir nuestra exposición al riesgo.
El riesgo puede ser de dos tipos:
- El riesgo específico: por ejemplo, que quiebre un cliente o se vuelva insolvente;
- El riesgo sistémico o sistemático: por ejemplo, que todos los clientes quiebren o se vuelvan insolventes.
Teniendo una cartera diversificada nos podemos proteger contra el riesgo específico (de un cliente) pero el riesgo sistémico es muy difícil de combatir. Ahora, por ejemplo, un riesgo sistémico podría ser que en el primer trimestre de 2017 hay ciertos ajustes de impuestos y normativas que pueden hacer que se disparen los impagos e insolvencias.
Una protección del traductor frente a este riesgo generalizado de empresas de la economía española podría ser diversificar teniendo en su cartera algunos clientes extranjeros (incluso de la zona no-euro) que permita afrontar lo que ciertamente va a ser una situación complicada a principios del nuevo año.
Motivación por el dinero
Pues igual es una sorpresa pero al reflexionar muy profundamente encontré que – en mi caso – mi motivación principal no era el dinero. Aunque yo me había considerado una persona muy motivada por el dinero, sin embargo, resulta que hay otras cosas que me mueven más. Destacaría, por ejemplo:
- La amabilidad, honestidad, buena fe…;
- Ayudar a los demás;
- La recompensa del «aplauso» o felicitación por el trabajo;
- El prestigio profesional;
- La ayuda a causas humanitarias, religiosas, etc.
Para otras personas, puede ser de otra manera y que su motivación exclusiva sea el dinero, por tanto, les convienen pensar en su perfil de riesgo y aplicar aquello de «a mayor riesgo, mayor beneficio«.
La ética y otras consideraciones
Como continuación del punto anterior y redundando en el tipo de preguntas que encontraríamos en una «Investor Profile Statement». Muchos inversores declaran, por ejemplo, que no se sienten cómodos con ciertas inversiones. Puede ser, por ejemplo, que no te encontraras cómodo con una empresa que vende tabaco, alcohol o armas. O puede ser que por motivos religiosos busques un cierto tipo de inversiones coherentes con esa opción.
En cuanto a este punto, mi reflexión fue que, finalmente, no me importaba demasiado lo que vendieran con tal de que «pagaran los impuestos». Por tanto, decidí (y también tras una inspección de una declaración intracomunitaria) que me fastidiaban ciertas empresas domiciliadas en X países y que iba a dejar de contribuir a su desarrollo por esa parte. O, al menos, reducir mi exposición a ese tipo de clientes en mi cartera de clientes.
Un ejemplo (inventado) es el del fabricante de atún que imprime en las latas «ayudamos a los delfines». Pero luego resulta que está domiciliado en Luxemburgo y pagan pocos impuestos.
Por tanto, decidí que — poniendo las cosas en una balanza — el tema de los delfines era «el chocolate del loro» y lo que me importaba eran los impuestos (porque no va a haber para la sanidad, la educación, para mi pensión en un futuro, etc.).
Y cada traductor puede tener sus valores y, en función de ellas, tomar decisiones sobre el tipo de clientes con los que quiere trabajar o no.
Clientes muy rapaces y regateo
Pues, a lo mejor, en esta línea una cosa que puede molestar es que tu motivación por el dinero sea baja y te encuentres de frente con un cliente muy rapaz regateando, rebajando, denigrando… Son cosas que, sin duda, molestan y pueden herir el amor propio de muchas personas. O ponerlas, incluso vehementemente, en tu contra. Porque te perciban como una persona sin escrúpulos y demasiado «buitre».
En este sentido, también hay mucho que decir, porque las percepciones no siempre son verdad y frecuentemente hay percepciones que son distorsionadas.
Pero el problema que hemos tenido demasiados profesionales es que existe un grupo de gente que opera así y, en general, tenemos muy mala imagen por las experiencias que hemos tenido. Por eso, yo entiendo que mucha gente tenga percepciones distorsionadas (incluso aunque yerren).
Paralelamente, otra cosa a destacar es que procedas o no de una «cultura del regateo» (yo, por ejemplo, no procedo y no puedo) y puedas sortear este tipo de negociación con éxito y sin ofenderte. Si puedes, enhorabuena, porque para mucha gente es muy difícil.
Labor social
En cuanto al tema de la labor social, evidentemente la traducción jurada y toda la traducción en general es una gran labor social. Nuestra contribución al desarrollo económico y social es infinita.
En este apartado, he pensado que a veces estoy aceptando encargos pequeños y mal pagados de particulares pero que, sin embargo, tienen una motivación «legítima». Pues motivaciones como casarse, mudarse al extranjero, trabajar, estudiar… Y que, muchas veces, he priorizado estos encargos por encima de encargos empresariales o corporativos mucho mejor pagados. Y es algo que pienso que estamos haciendo de una manera o de otra todos los jurados. Porque nadie se podía imaginar hace unos años el gran drama humanitario (y parece exagerado en esos términos, pero no lo es) de la emigración en España. Y toda la gente que se ha tenido que ir al extranjero, en condiciones muy malas en muchos casos.
Y, en este apartado, pienso que mucha gente hemos contribuido enormemente, que hemos dedicado muchas horas (y noches y fines de semana) a trabajar y trabajar. Que nos han pagado poco. Que no nos han pagado (algunos). Que nos han dedicado insultos y frases poco amables. Pero, en general, al final, me siento contento y sigo priorizando encargos pequeños de particulares (cuando puedo) aunque sean poco rentables. Y esto porque forma parte de la «sustancia» de ser traductor jurado.
Labor profesional
Sin duda, otra labor (poco reconocida) es la de tener un blog, unas redes sociales, una contribución a temas formativos… Aquí hay mucha mezcla con el marketing y es difícil diferenciar el heno de la paja. Se podría hablar largo y tendido del tema. Pero, diría que, en general, muchos estamos contribuyendo a la profesión de muchas maneras y se reconoce poco este trabajo. Pero, pese a ello, seguimos adelante (como y cuando podemos).
Unas palabras finales de aliento
A todos los traductores que teclean en la noche. Y que continúan tecleando al día siguiente tras la noche… Y que siguen adelante pese a las crisis, los impagos y los problemas. Es un gran trabajo el que estáis haciendo. Y aunque no se agradezca, sabéis que es importante.
¡¡Feliz Navidad!! … Y a los que estáis en España que en el primer trimestre os «arañen» lo menos posible, o que consigáis ese «crédito PYMEs y autónomos» que os permita salir airosos del bache.
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Un post muy esperanzador, Leo. Comparto totalmente lo de la labor social en el caso de encargos pequeños de traducción jurada. Me he visto en esa situación algunas veces, y seguro que me veré muchas más, pero creo que la satisfacción personal es importante para nosotros los traductores.
¡Claro que sí! Hay bachecillos pero teniendo claro por qué haces las cosas es más fácil…
Leon
¡Excelente artículo!
Sobre las razones morales, religiosas, y éticas, tienes toda la razón. En una oportunidad me comprometí a escribir un artículo sobre cigarrillos (e-cigs). El detalle fue tener que hablar bien del tema, cuando yo realmente no hubiera querido. Y eso me pasó por no haber indagado al respecto, pero fíjate que desde entonces lo tengo muy en cuenta antes de escribir o traducir, y puedo ver que no soy el único.
Por lo demás, hay mucho que destacar aquí, así que voy a compartir con otros colegas traductores.
¡Saludos desde Venezuela!
Gracias por leer. Siempre que te encuentres cómodo con el tema no hay problema, pero otra cosa es que te disguste por tus planteamientos.
Leon Hunter