Proveedores de traducción

Los proveedores de traducción
Erase una vez un proveedor de traducción. Como era una persona (siendo traductor y normalmente tímido) poco dada al riesgo se puso a trabajar para una serie de empresas y empresarios que daban trabajo a proveedores de traducción. Y funcionó bien durante décadas. Cobraba mes a mes (más que menos) y tenía volúmenes asegurados.
Pero entonces llegó una crisis muy profunda de muchos años y el mundo cómodo del proveedor (y de muchos otros proveedores de traducción) se desmoronó. De repente no llegaban los pagos ni los volúmenes y llegaron toda una serie de cosas que le molestaron intensamente. Se volvió un poco loco el proveedor porque no sabía a qué atenerse. Unos días amanecía decidido a dejarlo todo y cambiar de trabajo y otros se volvía a replegar a las duras exigencias que le hacían y pensaba que debía de mejorar su productividad y aguante… Ante lo que pudiera llegar.
Fueron pasando los años y la situación cambió poco. Incluso empeoró algo para los proveedores en traducción. El chico se apretó bastante el cinturón y se acostumbró a vivir con menos y a trabajar más. Y hasta se decía – a veces – que podría acostumbrarse a ello porque a todo se acostumbra uno.
Entonces poco a poco fue mirando lo que pasaba a su alrededor y algo había cambiado: la gente, las expectativas, los jóvenes que ya no eran como los de antes…
Y colorín, colorado, este cuento sigue con el artículo de opinión y NO ha acabado 🙂
Dificultades de financiación
Los proveedores de traducción no tenemos la capacidad de banco ni la de ONG.
- No tenemos la de banco porque no damos líneas de crédito para financiar el riesgo comercial de otras empresas (por ejemplo, una agencia);
- No tenemos la de ONG porque no damos trabajo gratis.
Precisamente el siguiente problema viene porque incómodos con el rol de banco y de ONG, bastantes traductores se han lanzado al mercado… Por su cuenta y riesgo.
La guerra del branding
Los traductores se han lanzado al branding, al marketing, las redes sociales y al gran mercado… ¿Quién necesita intermediario?
Es curioso pero incluso gente muy tímida se ha convertido en la reina de las redes sociales. Y la necesidad obliga.
Ahora las agencias se encuentran con que el proveedor es su competencia y lo tienen en todos los frentes…
Pero el monstruo no lo creamos nosotros: es una consecuencia de la situación económica de los proveedores de traducción.
Cuando se lanza a miles de personas a la miseria y a la pobreza es lo que pasa: hay revoluciones y cambios de gobierno y caen gerifaltes de muchos tipos. La clase media española se adapta mal a las vacas flacas y tiene sed de venganza. El populismo triunfa y cambian las mentalidades. La “emprendeduría» – como lo llamaba uno de Twitter – está de moda.
Y mientras tanto, guerra o no, limpia o sucia, muchas personas aún aspiramos a ganarnos la vida como traductores… ¡Valiente decisión! Aunque frecuentemente no nos paguen (ni las agencias ni los otros – los directos) o aunque nos ninguneen por doquier.
Y ya puestos a que no nos paguen o nos ninguneen… ¿Hay alguna diferencia entre que el no pagador o el ninguneador sea una agencia o un cliente directo?
La dura realidad
Pues no, no lo hay y, por tanto, ahora más que nunca, el miedo al riesgo se ha perdido. Porque el riesgo es idéntico y el que piense otra cosa vive una falsa sensación.
Si el sentido de trabajar para una agencia era obtener un cierto cobijo y una protección frente a determinados abusos (a cambio de la contraprestación de renunciar a parte del precio del trabajo) ahora encontramos con que ya no existe esa contraprestación. Ya no somos la gran familia que trabaja para el buen patrón que asume el riesgo y que nos paga mes a mes.
A veces no nos paga durante 5 o 6 meses y a veces ni paga.
El acuerdo ha devenido nulo y el contrato se ha roto. Por eso los traductores salen al mercado a la caza de clientes y están al acecho.
La psicología Millennial
La evolución va muy ligada a la psicología Millennial. Los Millennials que han crecido en una crisis son personas – cuanto menos – muy miradas con el dinero. Se les podría tachar de «ratas» en alguna ocasión.
El Millennial mira mucho la peseta y además tiene otras características que son menos obediencia, menos respeto por la autoridad, menos miedo, menos conformismo… Los Millenials no tienen nada que ver con los Baby Boomers (en España, la gente de mi edad: la generación más conformista de todas).
Por eso es más probable que un Millennial monte su propio negocio, aun cuando sea una “niñita” o un “niñito” (que no niñato) con una cuenta de Twitter. Si caza algún cliente rápidamente se va a montar la agencia por su cuenta y sacar proyectos: porque se lo va a quedar él o ella antes que repartirlo con una agencia.
Y tienen muchos menos reparos con eso de emprender y el riesgo de los que teníamos nosotros.
Las «tías con móvil»
Naturalmente, el nuevo emprendimiento (y parte del viejo venido a menos) tiene también una cara negativa. Es lo que llamamos «la tía con móvil«. Se toman bastante en serio lo de llevar la empresa en el móvil… Hasta el punto de que el móvil es la empresa. Suelen tener poca o ninguna formación en traducción (y ni les importa un comino). Suelen tener una mano delante y otra detrás porque líneas de crédito no tienen ninguna y solvencia tampoco ya que todo lo que entra en la cuenta se lo gastan.
Si paga el cliente, pagan (a veces). Otras veces se gastan el dinero en cosas de «tías con móvil» y no pagan… El dinero es para cosméticos, bolsos, viajes… Y se acuerdan de ponerlo en Facebook e Instagram para que lo sepamos todos los proveedores de traducción.
Si no paga el cliente, ellas no pagan. De hecho, se puede decir que en general no pagan nunca, al menos no porque un día se acuerden de pagar y lo hagan de buena fe. Solo pagan cuando se les exige y a veces ni eso.
Otras características de las «tías con móvil»:
* Se mudan tres o cuatro veces al año y se les pierden todas las facturas (las que son recibidas, porque las emitidas no se les pierde nunca ninguna);
* Se quedan embarazadas… Y no pagan. Normalmente tienen los embarazos muy complicados con bebés al revés, cesáreas, riesgos de aborto que les impiden levantarse a pagar las facturas en varios meses, etc.
* Siempre tienen algún problema familiar, están en el hospital, no hay Internet y no pueden pagar la factura;
* Tienen poca cobertura cuando están de vacaciones y por eso no pueden acceder a la banca online para pagar (durante tres meses) pero para coger encargos, los aceptan con el móvil en la playa y mandan el forward al traductor con todo el churro de lo que les paga el cliente (el doble que a ti);
* Están de vacaciones permanentemente (en verano y, por supuesto, en Semana Santa, Navidad y todos los puentes);
* Aunque el 70% de las tías con móvil son mujeres, hay un 30% que son hombres a los que también les gusta hacer cosas de «tías con móvil»;
* Viven en la auto-negación permanente («in denial») sobre su propia situación y la del país que les rodea y todos los impagos son «algo excepcional»;
* Desconocen los aspectos más básicos de la legislación de plazos de pago y te pueden soltar cualquier cosa como «yo siempre intento pagar a 90 días«.
Los tres factores: servicio, producto y proveedor
Existen tres factores importantes hasta ahora en traducción: servicio, producto y proveedor.
El factor servicio (atención, comerciales, gestores) es el que tienen más claro las agencias y en servicio ganan a cualquier freelance. Un traductor particular y ni siquiera una microagencia pueden ofrecer el servicio de las grandes agencias. Parte del servicio es dar también al cliente lo que quiere: cualquier plazo y cualquier idioma y sin rechistar.
Las grandes empresas las tienen ganadas con eso de momento porque no encuentran la conveniencia en los proveedores pequeños.
El factor producto: lo tienen más o menos claro, pero no tanto como el servicio. Revisan calidad y se preocupan pero… ¿Una QA es suficiente? ¿Significa calidad? Muchos traductores pensamos que no es suficiente
El factor proveedor: es el que no se tiene en cuenta nunca. Se descuida muchísimo desde las cosas más básicas como contestar a un email de una persona que te manda un trabajo o decir “gracias” hasta cosas muy graves como no pagar las facturas.
Y hay una huida de proveedores de traducción: a otras agencias, a otros trabajos, a trabajos en plantilla, a la enseñanza, a las propias empresas que se montan… Por todas partes huyen los proveedores.
Los proveedores de traducción (buenos): factor diferenciador
Por eso el factor proveedor (pienso) puede convertirse en un factor diferenciador en un futuro. Porque si todo el mundo tiene más o menos el mismo servicio y más o menos los mismos productos lo que está claro es que no van a tener más o menos los mismos proveedores de traducción. No, porque unas agencias pagan a 100 días (si es que pagan) y otras pagan a 30 días o en el acto. Porque unas pagan 0,03 por palabra y otras pagan 0,09 por palabra.
Entonces, la diferencia va a estar en quién tiene los proveedores de traducción buenos y quién no los tiene. O en quien los tuvo y los perdió (y no los recuperará).
Y esa es la clave, en mi opinión.
¡No se vayan todavía…! Aún hay más
El proveedor de traducción es un género de Súper Ratón que durante años ha estado dando a la tecla a la sombra y ahora se plantea qué hacer… ¿Hago como la millenial de las redes sociales y me lo monto por mi cuenta? ¿Cambio de trabajo? ¿Me aguanto como estoy? El cuento no tiene final cerrado. Tiene final abierto. El cuento puede cambiar según las circunstancias. Porque depende de muchas cosas. Depende de los gobiernos, depende de los impuestos, depende de las empresas, depende de la tecnología…
O puede que no dependa de nada complicado y sea tan sencillo como que la gente necesita comer y vivir con una mediana seguridad y es lo que buscan.
Naturalmente la mayoría de los ratones son adversos al riesgo y preferirían que el riesgo lo asumieran otros y que hicieran su trabajo, que se encargaran de cubrir su riesgo comercial y les dejaran tranquilos, traduciendo (que es su trabajo realmente).
Soluciones
Las soluciones… Siempre intento poner un apartado de soluciones en los artículos más polémicos pero en este caso es muy difícil.
En cuanto a los plazos de pago: me consta que las administraciones públicas han hecho un enorme esfuerzo por reducirlos pero muchas empresas no.
Me apenan las historias de trabas que ponen que no son legítimas, como pedir una documentación adicional para pagar.
En cuanto al morro: no tiene solución alguna. Block y fuera.
En cuanto a los créditos: hay que pedirlos. Darlos los dan en algunos bancos. Es difícil, pero dando la lata e insistiendo a veces se consigue.
Si tenéis alguna idea más, abajo están los comentarios 🙂
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