Leon Hunter

Consejos para preparar un trabajo académico (parte I)

Consejos para preparar un trabajo académico (parte I)

Consejos para preparar un trabajo académico (parte I)

Escribir un trabajo académico requiere tener en cuenta una serie de pautas que conciernen tanto a la forma como al contenido de dicho trabajo. Para facilitarte la tarea a la hora de escribir, hemos recopilado algunos de los aspectos más importantes que debes considerar antes de ponerte a teclear frente a la pantalla. Es bien sabido que la hoja en blanco no suele ser buena compañera, y por ello resulta conveniente aligerar el proceso lo máximo posible para que fluya la escritura. Veamos cuáles son las cuestiones que debes dominar antes de redactar un trabajo académico.

1. ¿Qué tipo de texto vamos a escribir?

Lo primero que debemos tener en cuenta es qué tipo de texto vamos a escribir: un ensayo, un artículo científico —o paper—, una reseña, un trabajo de fin de grado, una tesina (o trabajo de fin de máster), una tesis… Cada tipo de texto implica una metodología distinta que depende de diferentes factores: la extensión, el rigor que se exija, el área de conocimiento sobre el que se esté tratando, etc.

2. Rigurosidad

Cualquier trabajo académico se caracteriza por la rigurosidad, es decir, debe reflejar nuestros conocimientos sobre el tema que se está abordando y, a su vez, cuáles son las lecturas que subyacen de aquello que estamos escribiendo. Por ello, hay que saber elegir qué documentación es la oportuna en cada caso. Aunque, de entrada, siempre será más fiable que nuestra información proceda de textos académicos —ensayos, monografías, artículos científicos, etc.— antes que de una página web en la que no se citan las fuentes. Si estás pensando en Wikipedia, lo mejor es que la uses como una primera lectura sobre el tema que quieres tratar. Si pretendes profundizar en ello para escribir un trabajo académico, consulta las referencias que aparecen en cada entrada de Wikipedia. 

3. La importancia de citar

Como ya hemos mencionado, cualquier trabajo académico aborda siempre una cuestión a partir de —y en relación con— aquello que ya se ha escrito previamente sobre tal asunto. Las citas, ya sean textuales (entrecomilladas) o indirectas, son las palabras reproducidas de otro autor o autores que sirven como punto de referencia en nuestro texto, ya sea para respaldar aquello de lo que estamos hablando o para todo lo contrario.

Además, es necesario tener en cuenta que, si se mencionan ideas de otros autores pero no se especifica de dónde proceden —o se omite su procedencia—, podemos hablar de plagio académico. Aunque hoy en día resulte muy fácil copiar un texto de internet e incluirlo en el trabajo, lo cierto es que esa práctica se considera una violación de los derechos de propiedad intelectual. Por este motivo, siempre se recomienda citar al autor del que procede la idea que hemos incorporado a nuestro trabajo.

4. El sistema de citas

Uno de los grandes dilemas a la hora de escribir un trabajo académico es el sistema de citas que debemos usar. Por lo general, tanto las universidades como las editoriales o las revistas científicas suelen tener sus propias normas de estilo en las que se especifica cuál es el sistema de citas que se debe seguir y cómo deben aparecer las referencias bibliográficas en nuestro trabajo.

Independientemente del estilo que usemos —por ejemplo, APA, Chicago, MLA, UNE ISO 690, IEEE, etc.—, lo que sí se debe tener en cuenta es que, a la hora de citar, hay determinados aspectos que debemos manejar. Cuando la cita tenga más de 4 líneas o 40 palabras (lo que se considera una cita larga), debemos escribirla en un párrafo aparte, con sangría y sin comillas. Además, al final de dicha cita se ha de especificar el autor, la fecha de publicación y la página en la que se encuentra la cita, ya sea entre paréntesis o al pie de página (dependerá del sistema de citas que estemos usando). Este es un ejemplo en APA:

Miranda Fricker propone entender las estructuras sociales a través de la coordinación social de la imaginación:

There can be operations of power which are dependent upon agents having shared conceptions of social identity —conceptions alive in the collective social imagination that govern, for instance, what it is or means to be woman or a man, or what it is or means to be gay or straight, young or old, and so on (Fricker, 2014, p. 17).

Por lo general, las páginas web de las bibliotecas de las universidades ofrecen información acerca de los distintos sistemas de citas que se pueden emplear, así como las distintas normas de cada sistema para citar o referenciar los documentos. En este enlace de la Universidad Autónoma de Madrid te explican cómo deben ser las citas y referencias de los principales estilos.

5. Cuidar el estilo

Ya insistimos en esta idea en un artículo que publicamos hace unos meses en el blog. Tanto la forma como el contenido resultan importantes en un trabajo académico, de modo que debemos cuidar las palabras y adecuarlas a un registro formal. Para ello, te proponemos una serie de pautas que pueden servirte:

    • Evita el uso de adjetivos calificativos (bueno, malo, claro, increíble, horrible, etc.).
    • Sé prudente con el uso de adverbios acabados en –mente.
    • Vigila los términos que estás usando en el texto. En ocasiones, al escribir sobre un tema, podemos obcecarnos con determinadas palabras que puede que tengan sinónimos.
  • No te olvides de los conectores y marcadores textuales, pues permiten que el texto esté cohesionado y las ideas se expongan de forma más clara.

6. Vigila los aspectos relacionados con el formato del texto

Por lo general, antes de escribir un texto académico, el tutor, profesor o responsable de dicho trabajo suele ofrecer una serie de pautas concretas, que tienen que ver con la extensión del trabajo, con el tipo de letra —por ejemplo, Times New Roman 12—, el interlineado —sencillo, 1,5 o doble—, etc.

También vigila los márgenes del documento, el tamaño e interlineado de los pies de página (si los hubiere), la numeración de las páginas o el tamaño y tipo de letra especificado para cada parte del trabajo, ya sea un capítulo, un epígrafe o un índice. También cuida que el texto aparezca justificado y que los títulos estén centrados —aunque esto también depende de la guía que se siga—.

Estos son tan solo algunos de los principales puntos que se han de tener en cuenta al enfrentarse a la hoja en blanco. Son, por así decirlo, el punto de partida sobre el que se lleva a cabo la difícil y laboriosa tarea de escribir un trabajo académico.

Sigue en la segunda entrada sobre la preparación de trabajos académicos y científicos.