Leon Hunter

El laísmo y el leísmo: consejos útiles para evitarlos

laísmo

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El laísmo es sin duda uno de los fenómenos gramaticales que genera más quebraderos de cabeza entre los hispanohablantes —y, más concretamente, entre los españoles—. Es el uso de los pronombres de complemento directo e indirecto. O dicho de otra manera: nos cuesta horrores ver dónde está el problema en frases como A Jesús le veo todos los días o La dije a tu novia que viniera con nosotros.

¿De dónde viene la confusión?

Para conocer el origen del leísmo y del laísmo es conveniente remontarse al latín. Y, más concretamente, a su sistema de casos. Como ya explicamos en este artículo sobre los casos gramaticales en inglés, en algunas lenguas como el latín existe una marca flexiva que especifica cuál es la función de la palabra dentro de una oración.

Esa marca es el caso gramatical; en español no declinamos los sustantivos, los adjetivos o los pronombres, pero aún quedan restos de esta marca gramatical en algunas de nuestras palabras.

singular plural
Pronombres de 3.ª persona complemento

directo

(pronombres de acusativo)

masculino lo los
femenino la las
neutro lo
complemento indirecto

(pronombres de dativo)

le les
¿En qué consiste el leísmo?

Dicho esto, conviene recordar que el caso dativo es el que se emplea para expresar, entre otras, la marca de complemento indirecto. El fenómeno del leísmo consiste, a grandes rasgos, en el empleo de los pronombres le y les con la función de objeto directo. Aunque esto se puede manifestar, como veremos, de varias maneras.

En una oración como Yo les dije que vinieran con nosotros, el pronombre les actúa como complemento indirecto y la oración subordinada que vinieran con nosotros como complemento directo. Hasta aquí no parece haber mayor complicación; ahora pasemos a analizar estas tres oraciones:

(1) Ayer les vi en la facultad y no me dijeron nada.

(2) ¿Se te ha roto el pomo de la puerta? Tráemele y te le arreglo.

(3) A mi amigo le quiero muchísimo.

En el primer caso nos encontramos con el uso del pronombre les como complemento directo en lugar de los: Yo los vi (a ellos) en la facultad. ¿Cómo podemos saber si debemos usar les o los? En este caso, podemos recurrir a lo siguiente: ¿suena bien decir Ayer las vi (a ellas) en la facultad? Entonces lo correcto es utilizar el pronombre los (recordemos que los pronombres los y las son los pronombres de acusativo plural). Este uso del pronombre les en lugar de los o las se conoce como leísmo de persona plural.

Con respecto al segundo enunciado, tenemos un ejemplo de leísmo de cosa (esto es, el empleo del pronombre le en vez de lo o la con sustantivos referidos a una cosa). Como se explica en la Nueva Gramática de la lengua española (2009, p. 1219), «se considera incorrecto en todo el mundo hispanohablante el leísmo de cosa, con algunas excepciones […]». De este modo, lo correcto en (2) habría sido lo siguiente: ¿Se te ha roto el pomo de la puerta? Tráemelo y te lo arreglo.

¿Cómo podemos evitar este tipo de leísmo? Principalmente, teniendo en cuenta a qué está sustituyendo los pronombres le o les. Si hacen referencia a una cosa (Ese libro ya LE he leído en vez de Este libro ya LO he leído), entonces estaremos ante un caso de leísmo de cosa.

El tercer ejemplo está mucho más extendido que los anteriores, pues se trata de la sustitución, en singular, del pronombre le por lo cuando el referente es masculino. Este uso, como queda recogido en el Diccionario panhispánico de dudas, no se considera incorrecto por estar muy extendido: «Debido a su extensión entre hablantes cultos y escritores de prestigio, se admite el uso de le en lugar de lo en función de complemento directo cuando el referente es una persona de sexo masculino».

No obstante, en dicha obra no se recomienda el uso del pronombre les en lugar de los (como hemos visto en el primer ejemplo): «El uso de les por los cuando el referente es plural, aunque no carece de ejemplos literarios, no está tan extendido como cuando el referente es singular, por lo que se desaconseja en el habla culta» (DPD, 2005).

¿Cómo sabemos que en (3) estamos ante un tipo de leísmo? Podemos repetir el mismo procedimiento que en (1): sustituimos el pronombre le por la y, si tiene sentido, entonces lo adecuado sería emplear el pronombre lo:

A mi amigo LE quiero muchísimo > A mi amiga LA quiero muchísimo > A mi amigo LO quiero muchísimo.

El laísmo explicado a laístas

Al igual que ocurre con el leísmo, la extensión del laísmo tiene lugar principalmente en la zona centro y noroccidental de la península. Sobre todo, en Burgos, Ávila, Segovia, Valladolid, Madrid y Cantabria (NGLE, 2009, p. 1225).

Este fenómeno consiste, en líneas generales, en usar los pronombres de acusativo la/las en lugar de los pronombres de dativo le/les cuando cumplen la función de complemento indirecto. A pesar de que hoy no se considera propio de la norma culta del español, durante los siglos XVII y XVIII era frecuente su uso incluso entre los más insignes literatos españoles:

Murió la que la dio leche, y, con las joyas, dejóla en poder de otra su hija (Miguel de Cervantes, Comedia famosa de Pedro de Urdemalas, 1615).

Lo mismo la dijo el ángel, y partiendo entrambos con la debida fe a tan seguro nuncio (Lope de Vega, Pastores de Belén, prosas y versos divinos, 1612).

En ambos casos, lo correcto habría sido el uso del pronombre le, puesto que ya está presente el complemento directo —en el primer ejemplo, leche y, en el segundo, el ángel—.

¿Qué trucos podemos utilizar para no ser laístas?

Si la cuestión de los complementos directos e indirectos resulta demasiado enrevesada, se puede recurrir a vías más sencillas; por ejemplo, podemos acordarnos de ciertos verbos que, en su mayoría, no suelen ir acompañados del pronombre la, como ocurre con decir, dar, preguntar, pedir, etc.: le digo, le doy, pregúntale, pídele… 

Otra forma de detectar el laísmo consiste en repetir el procedimiento que hemos mencionado anteriormente. En el caso de una oración como Juan la dio todo lo que tenía en la cartera. Si no nos chirría ese la dio, entonces podemos seguir lo siguiente:

Juan LA dio el dinero a María > Juan LO dio el dinero a María.

En este caso, la sustitución por el pronombre lo hace que la oración «suene mal», de forma que, si ocurre esto, es porque ahí debería ir el pronombre le: Juan le dio el dinero a María. 

También hay que tener en cuenta los verbos en los que no hablamos de leísmo o laísmo, sino de leísmo aparente. Y esa cuestión te la explicamos, hace algún tiempo, en este artículo de nuestro blog.