Leon Hunter

¡No me gusta leer pero quiero que me guste!

¡No me gusta leer!
El hábito de la lectura, es uno de los pasatiempos más provechosos y entretenidos que una persona puede tener. Se aprende a leer a la corta edad de tres o cuatro años en el preescolar o en la casa, y a lo largo de la educación se continúa enseñando a los alumnos a desarrollarse y disfrutar de esta actividad. Sin embargo, no todas las personas encuentran en la literatura un pasatiempo entretenido, a pesar de qué entienden su valor. Por ello, en este artículo vamos a tratar una serie de consejos o estrategias, para que quien quiera ser un lector más frecuente pueda lograrlo.
  1. La elección importa

Toda la idea detrás de un pasatiempo, es que sea una actividad que la persona disfrute. Por lo tanto, no tendría sentido pretender ejercitarse en la lectura con un libro que no sea del interés del lector. Cuando se comienza a leer de forma habitual, o cuando se quiere hacerlo, puede ser difícil encontrar el género o estilo literario que más guste. Sin embargo, una forma sencilla de encontrarlo, es leyendo textos breves de distintos géneros. Por ejemplo, cuentos cortos de terror, de romance, de acción, etc. De esta forma, las personas se pueden ir haciendo una idea de qué ideas y conceptos gustan y cuales no.

También es sencillo reconocer las historias o estilos literarios que gusten más, si nos fijamos en las series o películas que nos gustan. Por ejemplo, quien es un apasionado de las series policiacas o de detectives tipo CSI, probablemente disfruten también de las novelas policiacas. Del mismo modo, a quien le gusta ver documentales acerca de historia, probablemente disfruté leer libros de la misma temática.

Si bien siempre va a ser más sencillo leer algo que nos gusta, cuando ya se ha tomado el hábito de la lectura como un hábito constante en la vida, es también importante esforzarse o motivarse de vez en cuando acercarse a textos distintos de los cuales estamos acostumbrados. Por ejemplo, sean y toda la vida me ha gustado leer novelas fantásticas, a lo mejor no le dado una oportunidad a las biografías. Sin embargo, sólo porque me gustan las novelas fantásticas no significa que no pueda disfrutar también de las biografías. Por eso, es importante tanto tener identificado el género y estilo literario que más guste como salirse del género acostumbrado de vez en cuando y explorar nuevos mundos. 

2. El libro entra por los ojos

Si bien el famoso dicho dice que no se debe de juzgar a un libro por la portada, sería ingenuo pensar que cómo se vea un libro es irrelevante a la acción de leer. No hago referencia precisamente a la portada, sino más bien a la extensión del libro. Si yo soy una persona que no está acostumbrada a leer, y en mi proceso de ser más frecuente con la lectura decido empezar con un libro de ochoscientas páginas, es probable que desista de la tarea. En cambio, si para aumentar mi tiempo de lectura diario leo un libro de doscientas o trescientas páginas, es más probable qué termine la obra y la disfrute porque no voy a estar todo el tiempo pensando en cuanto me falta para terminar el libro. Un libro no es mejor ni peor simplemente por su extensión. Hay clásicos de ochocientas páginas y clásicos que no llegan a las cien.

La lectura como cualquier otra actividad se vuelve más ágil con la práctica, por lo tanto un libro de una gran extensión puede resultar como una tarea demasiado imponente al principio, después de unos cuantos meses de ser constantes en la lectura un libro de mayor extensión cada vez nos va a aparecer un libro más factible de leer porque nuestra lectura ya va a ser más rápida y ágil.

A todos los que nos gusta leer, si bien disfrutamos obviamente el hecho de leer un libro y encontrar nuevas historias entre las páginas, también es cierto que todos disfrutamos la sensación de acabar un libro. Se siente como un logro, por lo tanto, si queremos estar motivados en la lectura y con ello sentir que estamos logrando nuestros objetivos, es importante que dichos objetivos sean alcanzables, y que no impliquen demasiada frustración.

Bajo esta misma línea, también es importante el tamaño y el estilo de la letra. Hay libros que tienen letra muy pequeña y por lo tanto se vuelven libros cansados de leer, mientras que los libros que tienen letra más grande si bien en ocasiones esto resulta en un libro demás páginas, son mucho más agradables de leer. Por lo tanto, cuando una persona escoge la obra que quiere leer, no es mala idea buscar varias ediciones y escoger la que se vea más apetecible.

3. Distracciones

Tal y como sucede con la mayoría de las metas que nos proponemos en la vida, hay elementos que nos pueden distraer de conseguirlas. En el caso de la lectura, uno de los obstáculos más importantes son las distracciones relativas a la tecnología. Es decir, las redes sociales, las series, los videos y todos los demás elementos audiovisuales que predominan en nuestra vida. Al ser contenido que puede ser consumido de forma tan pasiva, ya que para ver una serie no necesitas hacer mayor esfuerzo que unos cuantos clips, parecen ser una alternativa mucho más atractiva la lectura, ya que implica mucho menos esfuerzo. 

Con este artículo no pretendemos decir que la lectura es mejor que ninguna de las otras formas de entretenimiento, pero si la persona si una persona quiere desarrollar el hábito de lectura, uno de los primeros pasos que puede tomar en esta dirección es reducir su consumo de otras fuentes de entretenimiento.

Es muy sencillo decir que se reduzca el contenido el consumo de este contenido, pero en la práctica es mucho más difícil. Especialmente porque vivimos en una sociedad en la que se facilita y es muy frecuente el entretenimiento de este tipo. Sin embargo, hay algunas herramientas que podemos implementar para disminuir las distracciones. Por ejemplo, la mayoría de los teléfonos móviles, cuenta con la opción de poner un límite de tiempo en algunas aplicaciones. En el caso concreto de Apple, tiene la opción de limitar el uso de aplicaciones concretas y permite al usuario escoger tanto las aplicaciones que va a restringir y la duración. Por ejemplo, puedo ponerle un límite de 30 minutos al día a Instagram, tic toc, y Pinterest. De esta forma puedo seguir consumiendo el contenido digital, pero no me va a quitar el tiempo que quiero empezar a destinar a la lectura. 

Otro consejo que puedo ayudar, es que está comprobado que ver pantallas o dispositivos que emanen luz azul antes de dormir, puede perjudicar la calidad del sueño. Aún así, somos muchos los que antes de dormir estamos con el móvil en la mano. Por lo tanto, no sólo ya para fomentar la lectura, sino también para mejorar nuestra higiene del sueño, una buena meta para proponerse, es leer antes de dormir. Por ejemplo, si me voy a dormir a las diez de la noche, podría dejar de ver el móvil a partir de las nueve de la noche y a la hora de prepararme para dormir, entretenerme leyendo un libro durante unos treinta minutos. De esta forma distanciamos el momento de dormir con la exposición a luz azul y de paso aumentamos nuestro tiempo de lectura.

El último consejo en esta línea, es que hay personas que al leer con un libro físico pierden la concentración fácilmente. Hay distintas formas de acercarse a la lectura de una obra, ya sea con un libro en formato digital, un libro en papel o incluso un audio libro. Las tres formas de lectura y todas las demás que existan son igualmente válidas y lo único que hace a una forma mejor que otra, es si el lector la prefiere o no. Por lo tanto, si a alguien le cuesta mucho trabajo seguir la lectura de un libro en un formato concreto, quizá puede probar con otros formatos que le sean más amigables.

4. Encontrar el momento ideal

Algo que suele ocurrir cuando nos proponemos mejorar en algo, es que siempre encontramos excusas. Por ejemplo, si alguien se propone leer más a lo mejor lo haga durante los primeros días, pero con el tiempo empezarán a aparecer excusas como responsabilidades laborales, académicas, sueño, etc. Por lo tanto, una de las mejores formas de asegurarnos que la vida no se va a interponer con nuestros planes, es establecer momentos concretos para realizar las actividades que deseamos. Si establecemos una hora concreta para leer cada día, por ejemplo antes de dormir, durante el desayuno, al despertar o en el tren de camino al trabajo o a la escuela, es más probable que continuemos con la práctica de la lectura y formemos un verdadero hábito. La repetitividad de las acciones es lo que a la larga constituye la constancia, y la constancia es lo que asegura el éxito.

No se trata sólo de establecer una hora o momento concreto, también puede ayudarnos en establecer una forma concreta. Hay personas que tienen listas de reproducción creadas específicamente para el momento de la lectura, o quienes disfrutan siempre de una taza de té o de café para acompañar un buen libro y también los hay quienes escogen una banca concreta en el parque para leer. Sea cual sea nuestro ritual de lectura, son estas pequeñas prácticas las que hacen la tarea leer no solo más fácil, sino también más apetecible.

5. ¡Seguir!

La vida no es lineal y los hábitos (a menos que seas un robot) tampoco. Podemos llevar haciendo una actividad durante un tiempo concreto y pensar que ya nos hemos creado un hábito indestructible, cuando de repente sucede un imprevisto en nuestro día que nos obliga a suprimir la acción que con tanto esfuerzo logramos constituir como un hábito. Esto implica que seamos incapaces de continuar con el hábito y con la meta propuesta, simplemente significa que hubo un fallo y que hay que continuar con el plan original. En otras palabras, si en nuestro proceso de ser lectores más frecuentes pasamos por una racha en la que leemos poco lento o incluso nada, no hay que desesperar. Hay que recordar que al final del día por más que la lectura tenga muchos beneficios para las personas, su propósito fundamental es el entretenimiento y el disfrute. Por lo tanto, si no disfrutamos el proceso de leer y leer más, no vale la pena.

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