Leon Hunter

¿Por qué hay ciudades que tienen dos nombres?

¿Por qué hay ciudades que tienen dos nombres?

¿Por qué hay ciudades que tienen dos nombres?

El nombre que recibe un determinado lugar siempre esconde una historia detrás. Desde el momento en que se funda una determinada población, el lugar que se habita recibe un nombre que siempre tiene un significado que lo justifica. De esto se encarga precisamente la toponimia, que es la rama de la lingüística que estudia el origen y el significado de los nombres propios de lugar.

Como es bien sabido, hay lugares que, desde antaño, han recibido dos nombres. Esto se debe, en muchos casos, a que en dicho lugar habita una comunidad bilingüe que nombra de forma distinta ese espacio o población. De esta idea subyace el factor histórico, es decir, se pueden tomar ciertos referentes o acontecimientos pasados para llamar a la localidad en cuestión. Además de este factor, influyen también las políticas lingüísticas de las zonas en las que se habla dos o más lenguas, de modo que se establece un nombre para cada comunidad hablante -por ejemplo, Donosti, para los hablantes de euskera y San Sebastián, para los de castellano-.

¿A qué se debe el tener dos nombres?

Conviene matizar que no es lo mismo hablar de dos topónimos diferentes que de endónimos y exónimos. Una ciudad puede tener diferentes traducciones en cada lengua -lo que se conoce con el nombre de exónimo- o puede, como consecuencia de que en un mismo lugar convivan dos comunidades lingüísticas, tener dos nombres propios asociados a esa ciudad. De igual modo, puede aplicarse a regiones o provincias. Por tanto, podemos hablar de dos casos bien diferenciados:

1.La población en cuestión alberga dos comunidades de habla diferentes y el nombre varía, pero conserva una misma raíz.

Esto es lo que ocurre con los famosos ejemplos de Gerona/Girona, Lérida/Lleida, Orense/Ourense y otros nombres más. En estos casos, el nombre oficial suele ser el que cada comunidad autónoma determina. Por lo general, la forma oficial suele corresponderse con la perteneciente a la lengua cooficial de cada comunidad que no es el castellano. 

A partir de los años 80, se comenzaron a publicar decretos en los que se establecía un nombre oficial que debe aplicarse a estas ciudades. Es el caso de Gerona, Lérida y, más tarde, Ibiza, que cambiaron sus nombres oficiales en castellano por sus equivalentes en catalán. Así lo recoge la Ley 2/1992: «La propia tradición histórica, cultural y literaria de estas ciudades justificaron el cambio oficial de su denominación, que a la vez debe extenderse al nombre de las provincias cuya capitalidad jurídicamente ostentan, de acuerdo con lo establecido en el Decreto de 30 de noviembre de 1833». 

No obstante, también cabe mencionar que la denominación oficial solo es aplicable en los textos oficiales. En el Diccionario panhispánico de dudas, acerca de la cuestión de Ourense u Orense, queda recogido que solo es preceptivo usar el topónimo gallego -es decir, Ourense- cuando se trate de textos oficiales. En los demás textos en castellano, por lo tanto, lo correcto es usar el topónimo castellano –Orense– y su gentilicio, orensano. Lo mismo se puede aplicar a Girona, Lleida, Eivissa o A Coruña: cuando se trate de textos en castellano -excepto los oficiales- lo correcto es usar las formas Gerona, Lérida, Ibiza y La Coruña, respectivamente.

En otros municipios de menor tamaño también se tiende a establecer como oficial la forma que no es castellana. Podría hablarse de algunos ejemplos como Ontinyent y Onteniente (Valencia), Hondarribia y Fuenterrabía (Guipozcoa) o Errentería y Rentería (Guipozcoa).

2. La ciudad alberga dos comunidades de habla diferentes y el nombre de dicha ciudad varía, y el origen de ambos es muy diferente

El segundo tipo de estos «dobles topónimos» son aquellos que presentan raíces totalmente distintas, es decir, aquellos que presentan formas bien diferenciadas para hacer referencia a una misma ciudad. El caso más conocido es el de San Sebastián/Donostia, pero hay más: Pamplona/Iruña o Vitoria/Gasteiz son algunos ejemplos. Lo que ha ocurrido en estos casos es que se han establecido como nombres oficiales las dos formas. En el caso de San Sebastián o Donostia, el Boletín Oficial del Estado recoge lo siguiente: «el municipio tiene un nombre en euskera “Donostia” que se utilizará en los textos en euskera, y otro en castellano “San Sebastián” que será el que se utilice en textos en castellano».

Con el caso de Pamplona e Iruña ocurre lo mismo, puesto que ambos nombres se consideran oficiales, cada uno en su lengua. Otra solución es la propuesta para la ciudad de Vitoria: puede usarse la forma Vitoria, en castellano, Gasteiz, en euskera, o Vitoria-Gasteiz, que es la oficial. 

3. La ciudad, región o comunidad autónoma presenta diferentes grafías, pero fonéticamente es igual

El caso más popular es el de Cataluña o Catalunya; en función de la lengua en que se escriba, se utiliza la letra ñ o el dígrafo ny, pero se pronuncian de igual manera. No obstante, no se considera correcto emplear la forma en catalán cuando el texto está escrito en castellano. En los siguientes ejemplos lo normativamente correcto habría sido escribir Cataluña, puesto que se trata de una noticia escrita en castellano:

  • «El PP ha vuelto a Catalunya para quedarse», asegura el nuevo líder del PP en Barcelona. (Eldiario.es, 26/7/2018).
  • Catalunya situará el año que viene su tasa de paro por debajo del 10%, según ha afirmado el ‘vicepresident’ y ‘conseller’ de Economia (El Periódico, 26/7/2018).

De igual modo, ocurre con algunas localidades del País Vasco, que presentan diferentes grafías pero se conserva la misma forma fonética. Algunos ejemplos son Zarauz y Zarautz, Guipúzcoa y Gipuzkoa, Baracaldo y Barakaldo, Guecho y Getxo o Lequeitio y Lekeitio. En otros casos existen pequeñas variantes del nombre propio, como ocurre con Bilbao y Bilbo, Motrico y Mutriku o Santurce y Santurtzi.

Este es el panorama sobre «dobles topónimos» que tiene presencia dentro de nuestras fronteras. Lejos de generar disputas lingüísticas o políticas, conocer la variedad de formas con las que se puede conocer a estas ciudades es sinónimo de apreciar la variedad cultural de un país plurilingüe como España.