Leon Hunter

Consejos prácticos para aprender idiomas

Consejos prácticos para aprender idiomas

Consejos prácticos para aprender idiomas

No es fácil saber qué consejos seguir o cuáles no a la hora de aprender idiomas. Seguro que alguna vez te has propuesto estudiar un nuevo idioma, pero, por distintas cuestiones, tu deseo se frustró antes de lo esperado. El aprendizaje de una lengua requiere siempre de varios factores «extralingüísticos» y aplicables no solo a los idiomas, sino a cualquier disciplina: la constancia, la rutina y el esfuerzo. Estos tres aspectos son indispensables a la hora de aprender una nueva lengua; en estas líneas vamos a tratar de aconsejarte cómo combinarlos para que el estudio sea lo más ameno y provechoso posible.

El método

Lo primero que debemos tener en mente es cómo vamos a iniciarnos en esa lengua. Como ya explicamos en este artículo, hay varios métodos para adquirir una nueva lengua, ya sea a partir de la traducción a nuestra lengua —método gramática-traducción— o mediante la prevalencia de la oralidad frente a la escritura —el método reformista—. El objetivo, como es evidente, es lograr comunicarnos en dicha lengua y, para ello, debemos conocer cuál es su armazón gramatical. La forma en que lo adquiramos variará en función de nuestras aptitudes y necesidades.

Selecciona el material

También, por supuesto, tenemos que pensar si la iniciación va a tener lugar de manera autodidacta o si, por el contrario, vamos a comenzar de cero en una escuela de idiomas o centro de enseñanza. Desde mi punto de vista, lo ideal es combinar ambas; es decir, formar una base sólida para, posteriormente, reforzarla con la ayuda de un docente.

Es importante que conozcamos bien qué material debemos utilizar para aprender el idioma. Por lo general, en Internet suele haber recursos suficientes —incluso gratuitos— para conocer vocabulario, gramática y fonética de la lengua que estemos estudiando. Eso sí, ese contenido no siempre está organizado de manera didáctica y por bloques. A pesar de ello, es necesario que elaboremos una lista con aquellos recursos que nos pueden ser útiles; por ejemplo, podemos recopilar diccionarios en línea, corpus, o conjugadores de verbos para poder acudir a ellos en caso de necesitarlo.

Por este motivo, independientemente de que acudamos a un profesor para aprender el idioma, también es útil tener material didáctico de aprendizaje de idiomas. Las librerías más conocidas suelen tener secciones dedicadas a estos materiales, por lo que no nos será difícil encontrar material didáctico del idioma que queramos estudiar.

«Autoinmersión» lingüística

La inmersión en el idioma es otro factor que debemos considerar. En mi caso, suelo escuchar música en el idioma que estoy aprendiendo y, a la vez, tengo delante la letra de las canciones. Así, por una parte, se adquiere vocabulario relacionado con el tema de la canción (por este motivo, quizá lo idóneo sea variar de género para compensar). Por otra parte, si escuchamos la canción y leemos la letra a la vez, estamos asociando el plano oral con el plano escrito, de modo que podemos aprender cómo es la fonética de ese idioma.

En este proceso de «autoinmersión» en una lengua, también resulta útil hacer oído viendo películas o series en dicho idioma. En los países hispanohablantes tenemos la costumbre —aunque cada vez menos— de ver las obras cinematográficas dobladas al español. Ahora bien, lo cierto es que ver las películas en versión original permite, al igual que ocurre con la música, aprender vocabulario y fonética.

En las primeras fases de aprendizaje es preferible que los subtítulos aparezcan en nuestra lengua para comprender de qué se está hablando. En la siguiente fase podemos recurrir a subtítulos en dicha lengua para corroborar que lo que hemos oído tiene el correlato gráfico que hemos imaginado. En la última fase —que sería la que confirmaría el dominio en esa lengua— podemos eliminar por completo los subtítulos y entender a la perfección los diálogos.

Ponte objetivos diarios

Otro consejo que puede resultar útil consiste en proponernos objetivos diarios. Por ejemplo, podemos establecer que cada día debemos aprender un total de 20 palabras nuevas; si lo aplicásemos a rajatabla —algo realmente complejo—, al cabo de un año aprenderíamos 7300 palabras, todo ello sin contar las que habríamos aprendido por otras vías.

Además, a título personal recomiendo cambiar el idioma del teléfono móvil a aquel que queramos aprender, pues de esta manera estaremos aprendiendo vocabulario nos habituaremos a leer en un idioma distinto al nuestro. Esto se puede complementar, claro está, con la lectura diaria de prensa en dicho idioma. Adicionalmente, cuando tengamos un mayor dominio, es importante que recurramos a literatura en esa lengua, pues nos permitirá conocer también cómo es la lengua escrita y en qué aspectos se diferencia de la oral.

La importancia de la práctica

Por supuesto, lo anteriormente mencionado solo tiene sentido si ponemos en práctica lo aprendido. Las lenguas son herramientas de comunicación, instrumentos que permiten establecer contacto con otras personas. Por ello, siempre es recomendable recurrir a lugares de intercambio de idiomas en los que podamos practicar la lengua que estamos aprendiendo.

También es posible lo que se conoce como «aprendizaje de idiomas en tándem», que consiste en que dos personas con dos lenguas maternas distintas se comunican cada uno en la lengua del otro. La mitad del tiempo se dedica a hablar en una lengua y la otra mitad, en la otra. De esta manera, podemos mejorar nuestras capacidades de expresión y comprensión orales y, a la vez, ayudamos a nuestro compañero a hacerlo; esto también implica que reflexionemos acerca de nuestra propia lengua, pues muchas veces no somos realmente conscientes de cómo funciona nuestra lengua hasta que se lo tenemos que explicar a un hablante extranjero.

Como conclusión, es preciso apuntar que no existe un único método para aprender idiomas. Como ocurre con cualquier proceso de aprendizaje, los idiomas requieren tiempo y esfuerzo. Y, sobre todo, que los concibamos como ajenos a los títulos oficiales; estudiar un idioma pensando en si tenemos un nivel B1 o B2 —o peor aún, estudiarlo únicamente para la obtención de un certificado que añadir al currículum— es contraproducente en cuanto se prioriza el aprobar un examen al hecho de poder comunicarnos en ese idioma, que es, al fin y al cabo, la razón por la que lo estudiamos.