Leon Hunter

¿En qué consiste el grado en Humanidades?

¿En qué consiste el grado en Humanidades?

¿En qué consiste el grado en Humanidades?

Responder a la pregunta que encabeza este artículo no es una cuestión sencilla. Dedicarse a los estudios humanísticos implica tener unas destrezas determinadas, ni mejores ni peores que las de quienes estudian otras carreras de distinta rama. Los grados del ámbito de las humanidades —y, más específicamente, el grado en Humanidades— suelen estar cuestionados por «falta de utilidad». Cada año se pueden leer en la prensa artículos que hablan sobre las carreras con más salidas o con mayor empleabilidad; como es de esperar, en esas elaboradas listas no aparece ni tan siquiera la palabra humanidades. 

Ante este panorama, cabría preguntarse por qué un alumno puede decidirse por estudiar filosofía, historia, arte, lengua o literatura —y, además, todas a la vez— cuando el horizonte que le dibujan es, cuando menos, desolador en términos de productividad y eficiencia. Ahora bien, ¿por qué es interesante estudiar esta carrera? ¿Qué puede aportarle a sus estudiantes?

En una palabra: cultura

Si hay una palabra con la que definir esta carrera, esa es, con seguridad, la cultura. Aunque este término puede tener diferentes acepciones —no es casualidad que sea una de las palabras más buscadas en el Diccionario de la lengua española— la que mejor se adapta a lo que aporta este grado es la siguiente: ‘conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico’.

Precisamente, el valor de una carrera como esta reside en que las asignaturas sirven para el día a día, para desenvolverse en el entorno cotidiano. Es imposible disociar el contenido de asignaturas como Filosofía Moral o Lingüística de su aplicación inmediata fuera de las aulas. Se trata, por tanto, de unos cimientos necesarios para entender la realidad en sentido amplio. 

Cuestión de destrezas

Como ocurre con cualquier ámbito de estudio, al final todo se reduce a una cuestión de destrezas o de competencias. Lo que diferencia a un estudiante de Humanidades de, por ejemplo, un estudiante de ingeniería es la forma de mirar al mundo. A este respecto, la filósofa Martha Nussbaum, en su obra Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades, asegura que los estudios humanísticos proporcionan una serie de capacidades básicas para los ciudadanos:

«La aptitud para imaginar una variedad de cuestiones complejas que afectan la trama de una vida humana en su desarrollo y de reflexionar sobre la infancia, la adolescencia, las relaciones familiares, la enfermedad, la muerte y muchos otros temas, fundándose en el conocimiento de todo un abanico de historias concebidas como más que un simple conjunto de datos» (Nussbaum, 2010, p. 49).

Las sociedades, al fin y al cabo, se conforman a partir de las diferentes miradas que ofrecen los individuos que la componen. Y, sin duda, la visión y la perspectiva que ofrecen las humanidades resulta fundamental para entender cómo es el mundo. En esta idea se fundamenta el grado en Humanidades: en una base multidisciplinar que permita entender la complejidad de la realidad humana. 

Esa realidad se aprende a través de la mitología, que nos explica el origen y la naturaleza del mundo; de la literatura, que es el soporte en el que se plasma la historia de cada cultura; de la historia, que nos permite entender por qué las cosas son como son en el presente; de la geografía, que nos permite entender cómo es el espacio en el que vivimos y cómo nos desarrollamos en él; de la lengua, para entender cómo nos comunicamos los humanos; de la filosofía, para desarrollar nuestro pensamiento crítico y entender el sentido de la vida. Estudiar Humanidades implica no renunciar a ninguno de estos saberes.

¿Por qué elegir esta carrera?

A pesar de lo dicho, puede haber quien piense que los estudiar Humanidades ofrece una visión algo etérea y alejada de una aplicación inmediata, como ocurre con la Medicina, el Derecho o cualquier ingeniería. El pensamiento de que podría vivirse sin humanistas pero no sin médicos, abogados o ingenieros es real. Porque, a fin de cuentas, ¿qué aporta un estudiante de Humanidades, más allá de intentar comprender la realidad que lo rodea?

Puede que no haya una única respuesta a esta pregunta, o que ni tan siquiera resulte satisfactoria. Resulta evidente que en esta carrera no existe una especialización como en otras, de modo que siempre se aconseja una posterior especialización en cualquiera de los ámbitos de las humanidades. Pero, para responder a esa pregunta, quizás deberíamos reformularla: ¿preferirías ser Cervantes o Einstein? 

¿En qué consiste este grado?

Como se ha mencionado líneas atrás, la carrera tiene un enfoque muy variado. Las asignaturas se vertebran, principalmente, en torno a varios ámbitos o ejes, a saber: la historia, la filosofía, la lengua, la literatura, la geografía, los estudios culturales, la cultura clásica o el arte. En función de cada universidad existen unas asignaturas u otras; en cualquier caso, la mayoría coinciden en ofrecer asignaturas pertenecientes a dichos ámbitos. ¿Dónde se oferta? Actualmente, lo ofrecen estas universidades:

Además, el enfoque suele ser interdisciplinar, de modo que las asignaturas no son departamentos estancos que no tienen nada que ver las unas con las otras. Así pues, es posible encontrar asignaturas como La cultura clásica en el mundo contemporáneo, Políticas culturales contemporáneas, Geografía del turismo o Sociedad del conocimiento. Es decir, existe una relación entre todas las asignaturas con el propósito de que el estudiante pueda vincular los conocimientos adquiridos y desarrollarlos en futuros ámbitos laborales.

En definitiva, hablar de un grado como este siempre supone un esfuerzo mayor debido, en buena medida, a que hay que detenerse en explicar cuál es su utilidad. Algo lógico si se tiene en cuenta que, hoy en día, las universidades son concebidas como un puente hacia el mercado laboral, como un lugar de paso en el que, previo pago de la matrícula, se intenta estar el menor tiempo posible. Estudiar Humanidades supone, en buena medida, renunciar a esa forma de entender el mundo académico. Quizá sería pertinente acabar con las siguientes palabras del poeta latino Ovidio: «Por más que te esmeres en encontrar qué puedo hacer, no habrá nada más útil que estas artes, que no tienen ninguna utilidad» (Epistulae ex Ponto, I, 5, 53-54).