Leon Hunter

¿En qué consiste la teoría de la relevancia?

¿En qué consiste la teoría de la relevancia?

¿En qué consiste la teoría de la relevancia?

En los últimos años del siglo pasado, los lingüistas Dan Sperber y Deirdre Wilson desarrollaron la llamada teoría de la relevancia, un estudio acerca de cómo es la comunicación humana a partir de una perspectiva cognitiva. La teoría, desde su publicación, ha sido revisada y ampliada, motivo por el cual en las próximas líneas haremos alusión tanto a la obra La relevancia. Comunicación y procesos cognitivos (1994) como al artículo La teoría de la relevancia, publicado en la Revista de Investigación Lingüística en el año 2004. Conviene mencionar, además, que el nombre de esta teoría —en inglés, relevance theory— ha sido traducido al español de dos formas: como teoría de la relevancia o como teoría de la pertinencia.

(Para evitar confusiones terminológicas, de ahora en adelante aludiremos al emisor como aquel que emite un enunciado y al destinatario o receptor como aquel que lo recibe y lo procesa).

¿Cuáles son las bases de esta teoría?

Lo primero que cabe apuntar es la doble vertiente —cognitiva y comunicativa— sobre la que descansa la relevancia; por una parte, se trata de una teoría que tiene en cuenta la cognición humana, puesto que un supuesto (o enunciado) es relevante cuanto mayor sea su efecto cognitivo o contextual y menor su esfuerzo de procesamiento. O dicho de otro modo: lo que digamos resulta relevante si se adapta al contexto de la conversación y si, además, es fácil de procesar para nuestro interlocutor. 

Por otra parte, la vertiente comunicativa de la relevancia depende directamente de los procesos de codificación (es decir, del lenguaje) e inferencia (cómo interpretamos el mensaje). Como asegura José Portolés (2004), «una información es pertinente desde el punto de vista cognitivo si tiene efectos sobre el organismo que la procesa, y es pertinente desde el punto de vista comunicativo si los efectos que produce compensan los esfuerzos de tratamiento» (p. 92).

El contexto

Para que un supuesto o enunciado sea relevante es necesario recurrir al contexto, puesto que la relevancia o pertinencia no es una característica propia de los enunciados, sino que surge a partir de la relación entre el enunciado y el contexto (Escandell, 1996, p. 120). No obstante, cabe mencionar que el contexto no es algo fijo y  predeterminado, sino que es el destinatario del mensaje quien lo amplía con el objetivo de lograr la interpretación más adecuada con la intención del emisor. Tal y como señalamos en este artículo del blog,  el contexto también es aquel conjunto de conocimientos compartidos por los interlocutores en un intercambio verbal, y que resultan necesarios a la hora de comunicarnos.

Por este motivo, Sperber y Wilson (1994, pp. 177-178) distinguen tres formas de ampliar el contexto:

  1. Recurrir a la memoria a corto plazo —o en otros términos, a las observaciones iniciales de la conversación—;
  2. Considerar la memoria enciclopédica aplicada tanto al contexto como al enunciado.
  3. La relación del proceso comunicativo con el entorno inmediato de los interlocutores con el fin de añadir información y, por tanto, de inferir el supuesto de manera idónea. 

La explicación a este hecho parece sencilla: la ampliación del contexto responde a una búsqueda de la relevancia del enunciado por parte del destinatario. Es decir, el destinatario busca un contexto en el que el enunciado sea lo más pertinente posible. De este modo, se estaría cumpliendo la máxima que se mencionaba anteriormente, por la que un supuesto es tanto más relevante cuanto mayor es su efecto contextual y menor su esfuerzo de procesamiento.

La comunicación ostensivo-inferencial

Para Sperber y Wilson, la comunicación consiste, principalmente, en dos modelos: la codificación y descodificación de mensajes (que consiste en convertir una idea en signos lingüísticos y que esta, a su vez, pueda ser entendida) y la ostensión e inferencia. Ambos modelos comunicativos son complementarios.

Por ejemplo, si decimos «Este reloj es una patata», estamos codificando una idea a través del lenguaje, pero a la vez estamos dando a entender  que se trata de un reloj de mala calidad (lo que se conoce como estímulo ostensivo). De modo que el destinatario, cuando recibe el mensaje, primero descodifica la idea (que ese reloj es una patata) y luego infiere qué ha querido decir su interlocutor (que no es un buen reloj).

Ahora bien, esto no convierte en relevante cualquier estímulo que un emisor comunique, debido a que «el principio de relevancia no dice que los emisores produzcan necesariamente estímulos óptimamente relevantes, dice que necesariamente quieren que el destinatario crea que lo hacen» (Sperber y Wilson, 1994, p. 199).

La intención comunicativa

Por consiguiente, la relevancia guarda relación con la intención comunicativa del hablante en tanto en cuanto se sobreentiende que el emisor siempre va a pretender que su información resulte relevante para el destinatario. Este último, a su vez, decide si la información es relevante a partir del esfuerzo de procesamiento que conlleve dicho enunciado, así como los efectos que este tenga en el contexto. 

Llegados a este punto, se puede considerar que la teoría de la relevancia es una teoría transversal, por cuanto parte de un análisis pragmático para llegar al análisis del significado —ya sea literal o figurado, léxico o gramatical— de un enunciado dentro de una conversación. Según las ideas esbozadas hasta el momento, se puede considerar que el punto de partida es esencialmente pragmático, sobre todo si se atiende a la definición de Escandell Vidal (1996) sobre la pragmática:

[…] es una disciplina que toma en consideración los factores extralingüísticos que determinan el uso del lenguaje, precisamente aquellos factores a los que no puede hacer referencia un estudio puramente gramatical: emisor, destinatario, intención comunicativa, contexto verbal […] (pp. 13-14).

No obstante, el propósito fundamental de toda comunicación, según los autores de esta teoría, es que esta sea satisfactoria. Por consiguiente, se puede decir que una conversación es tal cuando el destinatario recibe y procesa la intención informativa del emisor.

En definitiva, como se apuntaba líneas atrás, la teoría de la relevancia incide en que la «característica esencial de la mayor parte de la comunicación humana es la expresión y el reconocimiento de intenciones» (Sperber y Wilson, 2004, p. 238).

Referencias bibliográficas

Escandell, M. V. (1996). Introducción a la pragmática. Barcelona: Ariel.

Gutiérrez Ordóñez, S. (2002). De pragmática y semántica. Madrid: Arco Libros.

Portolés, J. (2004). Pragmática para hispanistas. Madrid: Síntesis.

Sperber, D. y Wilson, D. (1994). La relevancia. Comunicación y procesos cognitivos. Madrid: Visor.

Sperber, D y Wilson, D. (2004). La teoría de la relevancia. En Revista de Investigación Lingüística, Vol. VII (pp. 237-286). Disponible en https://digitum.um.es/jspui/bitstream/10201/17793/1/relevancia.pdf