Leon Hunter

Los oxímoron en prensa y literatura

Los oxímoron en prensa y literatura

Los oxímoron en prensa y literatura

Hace unas semanas hablamos acerca de los pleonasmos; un fenómeno totalmente opuesto es el oxímoron, en el que el sintagma en cuestión es una contradictio in terminis —es decir, está compuesto por palabras cuyos significados son opuestos—. Además, lo que caracteriza a los oxímoron es, como se verá en las próximas líneas, la formación de nuevos significados. Además, el origen del término nos da pistas: la palabra ὀξῠ́μωρος en griego clásico significaba ‘intencionadamente estúpido’, pues su morfología nos remite a otras dos palabras: ὀξύς (oxús), cuyo significado es ‘agudo, intencionado’ y μωρός (morós) ’estúpido, tonto’. En el Diccionario de la lengua española queda definido así: ‘Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido, como en un silencio atronador’.

En los medios de comunicación

Como figura retórica, el terreno más abundante en el que se puede encontrar es en la literatura. No obstante, en nuestro lenguaje cotidiano, quizá por influencia de los medios de comunicación, utilizamos los oxímoron constantemente. Dicho esto, conviene aludir a titulares como los siguientes en los que se muestra cómo los sintagmas formados por dos palabras con significados contrapuestos pueden generar uno nuevo:

La calma tensa antes del mambo (El Mundo, 28/09/2017).

El atronador silencio de Cristiano (El País, 26/07/2017).

Cuando nos referimos a una calma tensa, en realidad, estamos aludiendo a una tregua. A un «alto el fuego» o cese de las hostilidades que se hayan podido llevar a cabo. Este significado, como se puede inferir, se establece a partir de dos términos que difieren semánticamente. En el segundo ejemplo se repite la misma estructura, pues se trata de un sintagma formado por un sustantivo y un adjetivo cuyos significados no guardan relación. Hablar de un atronador silencio es, por consiguiente, una forma metafórica de hacer referencia a la incómodo que puede resultar no pronunciar palabras en un determinado momento. Pero hay muchos más ejemplos; es común hablar de «instantes eternos», como si un instante —definido en el DLE como ‘porción brevísima de tiempo’— pudiera gozar de la cualidad de la eternidad. Sin embargo, de este sintagma cabe interpretar que hace referencia a un momento concreto que, por las circunstancias, ser perpetúa en el tiempo y pasa a la posteridad. Este es un ejemplo en su contexto:

Y cuando Vanessa Redgrave y ella pasan las páginas de un álbum que contiene viejas fotos de sus hijas, ambas fallecidas, deseas que la vida se detenga ahí, en ese instante eterno. Pero los días siguen, inmunes a la pérdida. (ABC, 4/11/2017).

Plural y pronunciación de oxímoron

Según el Diccionario panhispánico de dudas, se documentan tanto la forma invariable —los oxímoron—como los oxímoros; no se recomienda, por tanto, el uso del plural griego oxímora, aunque en inglés la forma del plural sea oxymora —es decir, manteniendo el plural etimológico como en curricula, syllabi, criteria o phenomena—. 

Además, como se ha señalado líneas atrás, en griego el término era ὀξῠ́μωρος; es decir, se trata de una palabra proparoxítona o esdrújula. Es desaconsejable, por tanto, la forma *oximorón, puesto que conserva la pronunciación que tenía en la lengua de origen. 

¿En qué se diferencia de la paradoja?

Al igual que ocurre con el oxímoron, la paradoja es una figura retórica que se basa en la contradicción entre términos; en el DLE se define de la siguiente manera: ‘Empleo de expresiones que encierran una aparente contradicción entre sí, como en mira al avaro, en sus riquezas, pobre‘. La principal diferencia entre ambas figuras retóricas estriba en la extensión de los términos con significados contradictorios. Así pues, el oxímoron atañe al sintagma, mientras que la paradoja concurre en diferentes expresiones u oraciones. Un conocido ejemplo de paradoja se  encuentra en el siguiente poema de Santa Teresa: «Vivo sin vivir en mí, / Y tan alta vida espero, / Que muero porque no muero». Como se puede inferir, los versos recogen ideas contradictorias; sin embargo, no se trata de un oxímoron puesto que la contradicción escapa del sintagma y se sitúa en el conjunto de las oraciones de los versos.

Un fenómeno muy frecuente en obras literarias

Tanto en la literatura castellana como en la latina encontramos numerosos oxímoros. Generalmente es el ámbito de la poesía el más prolífico. Fray Luis de León, en su Oda a Francisco de Salinas, escribe el siguiente verso:

«¡Oh, muerte que das vida!

¡Oh, dulce olvido!».

Ambos sintagmas representan, mediante la oposición de los significados, ideas que evocan sentimientos encontrados en los que reside, precisamente, el sentido del enunciado. En Quevedo también encontramos esta figura retórica en este verso de Definiendo el amor: «Es hielo abrasador, es fuego helado, / es herida que duele y no se siente». También en La Celestina, de Fernando de Rojas, encontramos un fragmento formado por oxímoros:

Es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, una deleitable dolencia, un alegre tormento, una dulce y fiera herida, una blanda muerte.

En la literatura inglesa —y, más concretamente, en las obras de Shakespeare— se puede encontrar un buen número de ejemplos de oxímoros. En Romeo y Julieta, por ejemplo, encontramos las siguientes palabras:

«Why then, O brawling love, O loving hate, O anything of nothing first create, O heavy lightnessserious vanity» («Por tanto, pues, ¡oh, amor pendenciero! ‘¡Oh, odio amoroso! ¡Primera creación de la nada! ¡Pesada ligereza! ¡Seria vanidad!»).

También en Macbeth encontramos el siguiente pasaje: «Fair is foul, and foul is fair» (una traducción podría ser «lo justo es sucio y lo sucio es justo», aunque los términos fair y foul oponen entre sí significados como limpio/sucio, inmaculado/impuro o justo/injusto).

Gran presencia en la literatura latina

La literatura latina alberga numerosos ejemplos de ideas contrapuestas. En Horacio, por ejemplo, encontramos los siguientes versos: «Strenua nos exercet inertia. Navibus atque / Quadrigis petimus bene vivere». Esa strenua inertia a la que aluden estos versos es, precisamente, un oxímoron puesto que se trata de dos cosas contrarias. La traducción de este sintagma podría ser «enérgica inactividad». Otra locución latina interesante es Festina lente; en realidad, se trata de un calco de la locución griega σπεῦδε βραδέως (speûde bradéos), cuya traducción figurada sería, en nuestra lengua, «acelérate/apresúrate despacio». Festina es la forma en imperativo del verbo festino ‘acelerar’, ‘apresurar’, y lente es un adverbio de modo que significa ‘despacio’.

El número de locuciones latinas compuestas por términos contrapuestos es abundante. Verbigracia, lo que se conoce como formosa deformitas es la idea de la bella deformación —formosa es el adjetivo femenino de formosus, palabra de la que deriva el adjetivo hermoso en castellano—. También se habla de lo contrario a ese oxímoron, esto es, la aeformis formositas o belleza deformada. Otra idea filosófica que descansa en una contradicción en sus términos es la concordia discors, es decir, la «concordia discordante» o, traducido de forma figurada, la «inarmónica armonía». Esta idea, que procede de los pitagóricos, que ensalza la armonía que posee la conjunción de elementos que, en teoría, resultan discordantes.En las Catilinarias, de Cicerón, también encontramos un oxímoron en la siguiente oración: «cum tacent, clamant». Una traducción aproximada sería «cuando ellos callan, gritan».

En definitiva, el oxímoron es una figura que, como se ha visto, permite generar nuevos significados a partir de la oposición entre términos que conforman un mismo sintagma. De no ocurrir esto, se trataría de fenómenos diferentes, como por ejemplo, la paradoja o la antítesis. Lo que confiere a los enunciados y locuciones mencionadas la cualidad de oxímoron es, precisamente, que consiguen funcionar como unidades fraseológicas.