Leon Hunter

Ortografía de los números romanos

Ortografía de los números romanos

Números romanos en un edificio

Una de las tantas herencias de la lengua latina la apreciamos en la numeración romana. Porque, aunque no lo creamos, la usamos mucho más de lo que en un principio podemos pensar. Por poner tan solo un ejemplo, cuando hacemos referencia a los siglos o a los nombres de reyes, papas y emperadores, utilizamos de forma convencional la numeración romana. También utilizamos la numeración romana en otros contextos como el jurídico, en el que es muy frecuente encontrar adverbios numerales que hemos heredado, como veremos en las próximas, de la lengua latina.

Normas de uso

Lo primero que es preciso mencionar es que, mientras que los números arábigos se basan en la combinación de diez cifras —del 0 al 9—, la numeración romana emplea como números siete letras del alfabeto latino, a las que les corresponde un determinado valor numérico, a saber: C (100), D (500), I (1) L (50), M (1.000), X (10) y V (5). A ello hay que sumarle, no obstante, que se trata de un sistema que se rige por reglas y por criterios de ordenación. Por ejemplo, nunca debe repetirse una letra si existe otra que responda a ese valor. Así pues, el 10 se escribe X, y no *VV, de igual forma que el 100 se escribe con la letra C y no *LL.

Tampoco puede repetirse una letra más de tres veces; de este modo, el número 30 se escribe XXX, pero el 40 no se corresponde con *XXXX, sino con XL. Este ejemplo nos lleva a la siguiente norma: si la letra va seguida de otra del mismo valor o menor, se suman sus valores: LI (51), XII (12), MM (2.000). Por el contrario, si la letra va seguida de un número de valor superior, se resta: CM (900), IX (9) o IV (4). Para multiplicar los números por mil, se añade una raya (—): C— (100 000) o M— (1 000 000).

Si te parece muy difícil, una herramienta interesante la puedes encontrar en esta página, con un convertidor de número arábigo a romano.

Convertidor numerales

Convertidor numerales

Lectura de los números

Hoy en día también los utilizamos cuando aludimos a papas, emperadores o reyes. Ahora bien, ¿alguna vez te has preguntado por qué Juan Pablo II se lee con el ordinal segundo, mientras que Benedicto XVI se lee con el cardinal dieciséis? Como señala la Ortografía de la lengua española (§ 2.2, p. 660), «en la indicación de orden en las series de papas y reyes del mismo nombre, los romanos se leen como ordinales hasta el diez (aunque para este último también se admite la lectura como cardinal) […] y como cardinales a partir del diez».

Por este motivo, leemos como ordinales Juan Pablo II (Juan Pablo segundo), Felipe VI (Felipe sexto), Isabel II (Isabel segunda), Fernando III (Fernando tercero) o Enrique VIII (Enrique octavo). Y, por su parte, leemos como cardinales otros nombres como Benedicto XVI (Benedicto dieciséis), Alfonso XIII (Alfonso trece), Pío XII (Pío doce), Luis XIV (Luis catorce) o Juan XXIII (Juan veintitrés).

Otra regla ortográfica referente a los números romanos tiene que ver, precisamente, con su carácter ordinal y cardinal. Cuando utilizamos la numeración arábiga, el número 8 se lee ocho (cardinal), pero, si le añadimos una letra volada (8.º), se lee octavo (ordinal). Sin embargo, con los números romanos no ocurre lo mismo porque, cuando se utilizan con valor ordinal, no han de escribirse con letra volada. Por tanto, es incorrecto el ejemplo de II.ª Guerra Mundial, pues lo correcto sería II Guerra Mundial.

Adverbios numerales

Aunque no se correspondan exactamente con los números romanos, también es frecuente encontrar —sobre todo en textos jurídicos— los llamados adverbios numerales. Es decir, aquellos con los que se expresa que ocurre tantas veces. Por ejemplo, si algo se repite dos veces, se utiliza bis; si se repite tres, ter, y si se repite cuatro veces, quater. El Diccionario de la lengua española recoge solamente estos tres numerales, pero hay muchos más. Además, aparecen en cursiva —y, en el caso de quater, sin tilde—. Esto se debe a que tienen el tratamiento de extranjerismos crudos y, por tanto, han de escribirse en cursiva y sin tilde. No obstante, en algunos textos oficiales es frecuente encontrar quáter y quinquíes con tilde, es decir, adaptados a la grafía del español. Esta lista recoge los más importantes:

Tabla de adverbios numerales. Elaboración propia.

La mayoría de estos numerales no son nada comunes. Sin embargo, en el ámbito del Derecho es muy frecuente encontrarlos. Por ejemplo, podemos leer lo siguiente: Artículo 127 sexies introducido por el número sesenta y seis del artículo único de la L.O. 1/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica la L.O. 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal («B.O.E.» 31 marzo). Si se alude a que ese artículo se ha empleado por sexta vez (sexies), eso quiere decir que se ha utilizado el numeral anterior a este. O dicho de otro modo: tiene que existir un artículo 127 quinquies, un artículo 127 quater y así sucesivamente. En derecho, cuando se añade un contenido a un artículo ya existente, no se cambia de número —pues esto supondría tener que volver a numerar todos los artículos del código—,  sino que se añade un adverbio numeral para indicar que se ha modificado un número determinado de veces.

Como puede verse, la numeración latina está más asentada en nuestra lengua de lo que en un principio podría imaginarse. En la actualidad, no obstante, algunos usos se están perdiendo con el fin de facilitar su lectura, como ocurre con los nombres de ciertos certámenes, congresos o festivales —77.ª Feria del Libro de Madrid, en lugar de LXXVII Feria del Libro de Madrid o 55 Festival internacional de cine de Gijón, en vez de LV Festival internacional de cine de Gijón—. Quizá en nuestro siglo XXI no veamos la desaparición de los números romanos, aunque no sabremos que nos deparará el XXII.