Leon Hunter

¿Qué es la ambigüedad lingüística?

¿Qué es la ambigüedad lingüística?

¿Qué es la ambigüedad lingüística?

«Denunciada por conducir una ambulancia drogada con cocaína, sin seguro y la ITV caducada». Así rezaba el titular de una noticia publicada en la página web del periódico 20 minutos. Este puede ser un ejemplo ilustrativo de ambigüedad sintagmático-semántica. Como se verá más adelante, hay diferentes tipos de ambigüedad, aunque la idea es la misma: otorgarle a una secuencia fónica dos o más interpretaciones (Gutiérrez Ordóñez, 1992, p. 138). Es, por tanto, un problema comunicativo no solo por parte del enunciatario, sino también del receptor, por cuanto este último interpreta esa secuencia de diferentes maneras.

La ambigüedad, además, depende en todo momento del contexto. Por este motivo, se considera que un mensaje es ambiguo cuando fuera de todo contexto dicho mensaje puede dar lugar a varias interpretaciones. En una secuencia fonética como [me’ðiste la ‘kaxa] el receptor puede pensar en dos enunciados muy diferentes: me diste la caja o mediste la caja. Esto es lo que se denomina ambigüedad fónica. Con este tipo de ambigüedad juega el calambur, como en los versos apócrifos atribuidos a Francisco de Quevedo: Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja. La ambigüedad, en este caso, estriba en la secuencia [su ma’xestad es’koja], pues se puede interpretar, además, que su majestad es coja. Otro ejemplo de ambigüedad fónica lo vemos en el título de un libro del humorista Luis Piedrahita: «El castellano es un idioma loable, lo hable quien lo hable»; la transcripción fonética de dicho título podría ser la siguiente: [el kaste’ʝano es un i’djoma lo’able, lo’able ‘kjen lo’able]. Como se puede observar, en el plano fónico no hay diferencias entre loable y lo hable, y es precisamente por eso por lo que se genera la ambigüedad.

Otro tipo de ambigüedad es la sintagmática. Salvador Gutiérrez Ordóñez distingue, a su vez, otros dos tipos: sintagmático-semántica y sintagmático-sintáctica (1992, p. 141). El primero de ellos lo vemos en ejemplos como los siguientes:

  1. Todavía andará en mi macuto de la guerra aquella navajita, si no la ha tirado el cerdo de mi yerno, con el odio que me tiene… (J.L Sampedro, La sonrisa etrusca, 1985, CREA).
  2. Amiga de la perra de mi hermana, para que sea buena (Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita Narboni, 1990, CREA).

Como se puede observar, en (1) el sintagma el cerdo de mi yerno es ambiguo en tanto en cuanto podemos interpretar dos cosas: o bien que su yerno tiene un cerdo, o bien que su yerno es un cerdo. Lo mismo ocurre con (2), en el que la perra de mi hermana puede tener un significado literal —i. e., su hermana tiene una perra— o un significado figurado, lo que implicaría que el hermano no tendría mucha consideración con la hermana. ¿Cómo se resolvería esta ambigüedad? Lo ideal sería recurrir a transformar los sintagmas de la siguiente manera: el cerdo de mi yerno > su cerdo; la perra de mi hermana > su perra. Una vez realizado tal cambio, sería preciso situar tales sintagmas en su contexto para comprobar si ese es el significado que el emisor quería darle al enunciado. Y parece que no, desde luego.

Se ha mencionado anteriormente otro tipo de ambigüedad: la sintagmático-sintáctica. El ejemplo que encabeza estas líneas es un buen ejemplo, pues a partir de la agrupación de sintagmas se genera la ambigüedad. El hecho de colocar el sintagma drogada con cocaína tras ambulancia hace que el enunciado sea ambiguo. Una solución a ese enunciado sería el siguiente: Denunciada por conducir, drogada (con cocaína), una ambulancia sin seguro y con la ITV caducada. Evidentemente, es un dislate decir que una ambulancia está drogada con cocaína, pero no ocurre lo mismo cuando se presenta un enunciado como el siguiente:

3. Soy ‘runner’ y miope. ¿Cómo me libro de las gafas para correr? (El País, 15-02-2017).

La agrupación de sintagmas, en este caso, genera un significado ambiguo, pues el sintagma para correr puede tener dos funciones: complemento del nombre de gafas o complemento circunstancial de finalidad. Es decir, el enunciado puede referirse a unas gafas especiales para correr o bien puede incidir en el hecho de cómo no llevar gafas a la hora de correr. Por tanto, cabría replantear tal enunciado de las siguientes formas:

3a. Soy ‘runner’ y miope. ¿Cómo me libro de las gafas de correr?

3b. Soy ‘runner’ y miope. Para correr, ¿cómo me libro de las gafas?

Lo mismo ocurriría con el siguiente enunciado: Manual de usuario corto. El adjetivo corto puede estar complementando tanto a manual como a usuario, de tal modo que la resolución de la ambigüedad pasaría, de nuevo, por replantear el enunciado: Manual corto de usuario. Habiendo explicado, de forma sucinta, estos tres tipos de ambigüedad lingüística, conviene mencionar un último tipo de ambigüedades lingüísticas: la ambigüedad léxica. Según Otaola Olano (2004, p. 237), este tipo de ambigüedad se genera cuando el lexema tiene varios significados. O dicho de otro modo: cuando el enunciado es ambiguo por una cuestión de homonimia o polisemia. Verbigracia, el siguiente titular:

4. Unos científicos recuperan las 18 judías madrileñas perdidas (ABC, 10-10-2016).

El término que genera la ambigüedad en este enunciado es judías, puesto que podemos entender que se refiere a habichuelas o frijoles, o bien que alude a mujeres que profesan la religión judía. En este caso, sería recomendable acudir al contexto, pues el enunciado per se no resuelve la ambigüedad. No obstante, la interpretación más lógica sería la que nos invitaría a pensar que se trata de la planta herbácea, aunque cabría no descartar la otra opción, más aún por ser un enunciado sacado de contexto.

Cabe decir, una vez que se han esbozado estos cuatro tipos de ambigüedad, que la ambigüedad es un fenómeno que se puede y se debe resolver, sobre todo cuando ocurre en una conversación directa. En estos casos, el receptor siempre puede requerirle al emisor más información o una aclaración de lo que ha dicho. Cuando se trata de enunciados como los que se han visto líneas atrás, la desambiguación consiste en recurrir al contexto para interpretar el correcto significado. Es, por consiguiente, un proceso de inferencia que permite conocer la intención comunicativa del emisor teniendo en cuenta la relación de lo dicho con el contexto.

Referencias bibliográficas:

Gutiérrez Ordóñez, S. (1992). Introducción a la semántica funcional. Madrid: Síntesis.

Gutiérrez Ordóñez, S. (2002). De pragmática y semántica. Madrid: Arco/Libros.

Otaola Olano, C. (2004). Lexicología y semántica léxica. Madrid: Ediciones Académicas.

Real Academia Española: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es>.