Leon Hunter

Reglas ortográficas: la «g» y la «j»

Reglas ortográficas: la «g» y la «j»

Reglas ortográficas: la «g» y la «j»

Reglas ortográficas

La ortografía es el único ámbito de la lengua en el que debemos atenernos a unas reglas o normas que permitan el entendimiento entre todos los hablantes de una lengua. Por este motivo, en muchas ocasiones tenemos que hacer esfuerzos mnemotécnicos para interiorizar algunas de estas normas. En las próximas líneas vamos a hablar sobre dos letras que, a menudo, suelen confundirse: la g y la j.

La confusión entre ambas letras está provocada por el hecho de que, en ocasiones, representan el mismo sonido. Cuando la g o la j van antes de las vocales a, o y u no hay ningún problema, pues representan sonidos distintos. Así, diremos gafas, gota o guapa, mientras que pronunciaremos de forma totalmente distinta jamón, jota o junta. El problema aparece cuando ambas letras preceden a las otras dos vocales (e, i), puesto que el sonido es el mismo. Ese fonema es representado en el Alfabeto Fonético Internacional con una /x/. Por ejemplo, las palabras tejer y proteger, que ortográficamente escribiríamos con letras diferentes, en fonética se escriben con el mismo fonema: /texer/ y /protexer/.

¿Cuál es el criterio para escribir j o g?

Ya hemos visto que en nuestra lengua tenemos dos letras para un mismo fonema cuando va delante de /e/ o de /i/. El criterio que se sigue, por lo general, es el etimológico. Es decir, en buena medida depende de cómo se escribieran esas palabras en la lengua de origen. Por ejemplo, en español escribimos con g palabras como congelar (del latín congelare), girar (del latín gyrare), gente (del lat. gentem), genético (del griego γενετικός) o egregio (del lat. egregius) porque se sigue la grafía de origen.

No obstante, en la Ortografía de la lengua española (§ 6.2.2.3.1), se recuerda que el criterio etimológico no siempre resulta adecuado, más aún si se tienen en cuenta los casos en los que existe una grafía antietimológica —es decir, diferente de la que era en origen—. Esto es lo que ocurre con las palabras acabadas en –aje, que proceden de formas francesas acabadas en –age. Algunas de estas palabras serían espionaje (del francés espionnage), garaje (del francés garage), tatuaje (del francés tatouage) o chantaje (del fr. chantage).

Pero siempre hay una excepción a la norma, y en el Diccionario de la lengua española quedan recogidas dos voces acabadas en –age: enálage e hipálage. 

¿Cuándo una palabra debe escribirse con g?

A pesar de que es difícil establecer un criterio infalible para saber si una palabra debe llevar j o g, sí se pueden observar ciertas generalizaciones a la hora de usar una letra u otra cuando van delante de /e/ o /i/. Cuando preceden a las otras vocales —/a/, /o/ y /u/— no hay duda puesto que, como hemos señalado líneas atrás, representan sonidos distintos.

Como ocurre con este tipo de reglas, hay excepciones que debemos conocer —y, si no, siempre tenemos el diccionario como último recurso—. Así pues, se escriben con g ante /e/ o /i/ las siguientes palabras:

  1. Las palabras que empiezan por gene (generoso, general, genealógico), geni– (genial, genital, genitor), geno– (genocidio, genoma, genovés) y genu– (genuino, genuflexión).
  2. Las palabras que empiezan por legi, como legible, legión o legislar. Con algunas excepciones, como lejía o lejísimos.
  3. Los verbos cuyos infinitivos acaban en –ger (coger, proteger, escoger) y –gir (dirigir, fingir, elegir). En este caso hay más excepciones: acabados en –jer encontramos verbos como tejer, mejer, remejer, retejer, entretejer o destejer. Por su parte, también hay algunos verbos acabados en -jir, como crujir, grujir y recrujir.
  4. Si contienen la secuencia gest, ya sea al comienzo (gestar, gestión, gesticular, gesto) o en interior de palabra (ingesta, digestivo, congestión, sugestión). Excepciones: majestad, majestoso, majestuosamente, majestuosidad, majestuoso y vejestorio.
  5. Las palabras que terminan en –gen, como aborigen, gen, imagen, margen, origen o virgen. Solo hay una única excepción: el adjetivo cuijen ‘dicho de un ave gallinácea: de color ceniza u oscura y con pintas blancas distribuidas uniformemente’.
  6. Las palabras que terminan en –gia (estrategia, alergia, hermorragia), –gio (colegio, sacrilegio, presagio, refugio), –gión (religión, vigión, legión, región). Excepciones: hemiplejia, paraplejia, tetraplejia, ejión.

¿Cuándo se debe escribir j ante /e/ o /i/?

También hay ciertas pautas que podemos tener en cuenta para saber si una palabra ha de escribirse con j o con g. Algunos de estos criterios serían los siguientes:

  1. Las palabras que empiezan por eje, como ejecución, ejecutar, ejemplar, ejercer o ejército. Las excepciones a esta regla los encontramos en muy pocas palabras: egetano, egeno, egestad y egestión.
  2. Las palabras que terminan en –eje, como deje, esqueje, hereje o despeje. Además de las ya mencionadas anteriormente —es decir, las que acaban en –aje—.
  3. Todos los sustantivos que acaban en –jero (granjero, barriobajero, consejero, extranjero), en -jería (relojería, mensajería, brujería, consejería). Algunas excepciones las encontramos en palabras como ligero, ultraligero, flamígero, o belígero, entre otras.
  4. En todas las formas verbales de verbos en los que no aparece la j en el infinitivo, como ocurre con los verbos decir, traer, y los acabados en –ducir. Por este motivo escribimos dije, traje, o conduje. Excecpción: si en la forma de infinitivo aparece una g ante /e/ o /i/, como ocurre con los verbos coger, encoger o elegir, entonces se escriben con g, y no con j: cogí, elegí, encogiste, etc.
  5. También se escriben con j todos los verbos acabados en –jear, como canjear, forcejear, cojear, flojear, rodajear u ojear. La única excepción la encontramos en el verbo aspergear, del que también existe la variante con j asperjar.

En definitiva, estas son tan solo algunas reglas que podemos aplicar si no sabemos a ciencia cierta si una palabra se escribe con g o j cuando precede a las vocales /e/ o /i/. No obstante, en muchos casos solemos aplicar la memoria fotográfica, es decir, pensamos en si hemos visto escrita la palabra en cuestión con g o con j. Este puede ser también un criterio válido, sobre todo si uno lee mucho. Aunque, de todos, el más infalible es el de buscar en el diccionario.