Leon Hunter

Vuelta a mis raíces: «Quieros» en el mundo de la traducción

quieros

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Llevo un par de días como loco leyendo libros en el Kindle para PC. La verdad es que no lo tenía hasta ahora y me negaba a pasarme al libro electrónico, pero la transición está siendo fácil… Demasiado fácil. Creo que Kindle tiene mucho futuro porque mientras antes uno se pensaba un poco la decisión de compra… Había que salir, hojear o, como mínimo había que leerse un poco las críticas o el «look inside» para ver si nos interesaba el libro en la tienda online… ahora se hace con un clic y la satisfacción es inmediata.

Todavía me acuerdo de cuando pedía libros en Barnes and Noble y podían tardar hasta 5 o 6 seis **semanas** y a veces más en llegar a España. Y Powell’s no era mucho mejor.

Un desvío

Mmm… ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Que he metido un rollo que no tenía que ver con el título de la entrada y esto ha sido como una pequeña distracción, un desvío antes de llegar al asunto principal… ¿Pero, cuál era? Casi se me olvida…

Vuelta a las raíces

Acabé 2012 con la serie «Cómo empezar un negocio de traducción». Posteriormente decidí llevar esos consejos a la realidad en un programa de mentoring, luego vino #Traduemprende… Y estos días ya estaba pensando en escribir un libro o convertirme en un nuevo Seth Godin. Pero, pensándolo bien, hay una serie de preguntas que me rondan la cabeza y es si aporta algo a mi negocio, a los clientes de mi negocio, si me ayuda a progresar profesionalmente… No lo tengo claro. Que a gente le habrá servido, seguro que sí, pero de maneras imprevisibles… Tan imprevisibles como los objetivos de inicio que ni yo mismo los tenía claros.

Y me pregunto lo que quiero conseguir.

Hay muchos «quieros» pero seguramente no los pueda resolver ni con un blog, ni con un grupo de Facebook ni con un curso ni con una conferencia.

QUIERO

– Quiero sentirme menos enfadado porque me hacen menos la puñeta (agentes externos) y sentir que emprender es un poco más fácil;

– Quiero que se respete la profesión de traductor;

– Quiero que se nos remunere adecuadamente.

Quisiera también que la labor de traducir fuera un poco menos sacrificada, menos exigente y menos agotadora… (Eso como cosa más secundaria). Pero es muy difícil cuando nos piden sacrificios heroicos a diario y eso es lo habitual… Leo en el Kindle un libro de ventas y atención al cliente – Delight your Customers de Steve Curtin – y leo un capítulo sobre «heroics«.

Pero luego pienso que frecuentemente en la traducción estamos haciendo sacrificios heroicos a diario… El viernes entregué no sé cuántas palabras en plazo récord y me tumbé en la cama con la ropa puesta y todas las luces de la casa encendidas y me quedé frito… El sábado me levanté a primera hora (pese a todo) para traducir y luego llevar otra cosa corriendo y sudando a MRW… El domingo fue otra, el lunes otra y el martes otra y el miércoles otra y mañana me levanto a las 8 para hacer otro favor.

En fin, podría seguir así mucho tiempo. Creo que lo de Steve Curtin ya no me sirve porque lo tengo aprendido. Llevo trabajando diez años y por muy arisco que me ponga de cuando en cuando, algo sé de atención al cliente.

Exceso de heroicidades

El problema tal vez sea que en traducción nos hemos pasado de heroicos y heroicidades y ya haces 10,000 palabras para mañana por 50 euros y cuando se las mandas tambaleándote y a punto de morir ni te responden al email, porque lo mismo que haces tú lo hacen 100 más todos los días.

Pensar creativamente

Entonces, tenemos que pensar en más maneras de transmitir ese valor y esfuerzo, ese trabajo… Uno de los días de esta semana estuve en contacto con un cliente que me agregó al WhatsApp y estuvo agradecidísimo por una jurada que le envié. Claro, que yo no pensaba que hubiera hecho nada del otro mundo. Acepté la traducción el fin de semana, fui mandando mensajes el fin de semana, el lunes me fui corriendo deprisa y corriendo a MRW antes de que cerraran… Y llegué con la lengua fuera y casi sin poder hablar como llego siempre, etc., etc. Tanto me he acostumbrado que ya me sorprende que se sorprendan. No sé si me entendéis.

Y tampoco me dedico a mandar lloros al cliente (antes lo hacía, pero me cansé de hacerlo) tipo «estoy que me muero«, «lo que daría por una siestecilla pero.. ¡ay! … voy a seguir«, etc. … Eso tiene tendencia a hacerlo la gente «novata».

En fin, este ha sido otro desvío más y me he vuelto a ir por los cerros de Úbeda…

Ideas, ideas… Y los sueños de la razón

Estoy leyendo libros y libros (con la Kindle puedes ir a libro por día) porque me hacen falta ideas. No solo hay que ser el mejor sino también demostrarlo y, sobre todo, que se sepa…

Igual un Gran Hermano traductor tendría que ser la próxima «crazy idea» de Leon Hunter… 🙂 O «21 días traduciendo a destajo» con Samanta Villar y Leon Hunter — a ver quién aguanta más 🙂

O simplemente seguir leyendo, seguir blogueando sobre aspectos profesionales, mejorar un poco el contenido de la web, quedarme con algunos «truquis» de atención al cliente de manual para hacer al cliente sentirse mejor…

– «Ya tenemos su traducción lista, Sr. García. Encantados de servirle«…

Y aunque te fastidie esa atención enlatada igual es lo que funciona, las agencias lo hacen.

Más entradas y traducciones, menos de lo otro

Pues sí, vuelvo a la carga la semana que viene. A ver si puedo terminar los picos y flautas de actividades extraordinarias y volver a la esencia del negocio, que era traducir y también reflexionar sobre el día a día del oficio en este mi honorable blog…

¿Qué nos está pasando?

Se me ocurre que a todos los traductores se nos ha metido en la cabeza ser gurús, montar escuelas de negocios para traductores, hacer seminarios, cursos y talleres…

Estuve leyendo esta mañana una web de una china canadiense que casi me convenció pero que parece que se ha vuelto «loca por el marketing«… Hasta el punto que ya ni parece traductora ni nada, parece una de esas personas que se dedican al «arte de vender lo que sea y como sea«.

Un traductor muy conocido me decía hace poco que llevaba un mes sin traducir (que nadie se sienta aludido porque solo él y yo sabemos quién es)… Y me parece bien pero no quisiera que me pasara a mí. En fin, no me imagino ahora un día sin traducir y mucho menos un mes…

De alguna forma te pueden atrapar las actividades complementarias y desviarte del propósito principal y primordial que te habías marcado.

Hasta pronto.

 

 

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