Leon Hunter

Buenas prácticas en revisión de traducciones

La revisión de traducciones ya la había tratado varias veces en el blog. Concretamente aquí tratamos de una revisión realizada por humanos y es aplicable a todos aquellos que reciban traducciones y las revisen de forma tradicional (segunda lectura).

Tipos y niveles de revisión

Existen diferentes niveles de revisión desde la más básica a una revisión muy exhaustiva de estilo y de contenido. En este artículo estamos hablando de un nivel muy básico de revisión en que se revisa y se cambia lo menos posible.

Calidad profesional y calidad final

En el artículo decimos que se toca lo menos posible porque se parte de la base que estamos trabajando con traducciones:

  • De calidad profesional: son aquellas que realiza un traductor experto que no cuenta con segunda revisión (aparte de la que realice el propio traductor). Esto puede ser o bien porque la tarifa que está aplicando es más baja (y, por tanto, se presupone que el que contrata la traducción o la agencia va a revisar el texto antes de entregarlo);
  • De calidad final: es aquella en la que el traductor o bien aporta él mismo una segunda revisión o bien el encargo lo ha gestionado, de tal forma que ha realizado la segunda revisión.

En las traducciones de calidad profesional pueden existir algunas erratas o algún despiste. En las de calidad final, que han pasado por un segundo filtro, no debería faltar o fallar – en principio – nada, y están «para mandarlas / entregarlas al cliente directamente».

Revisión de integridad

La revisión más común es de integridad. Aquí no se trata de cambiar ni frases enteras ni una palabra por otra, sino que se revisan una serie de errores (que cualquiera puede cometer) y que son los siguientes:

  • Errores de omisión. Se trata de ver si existe contenido en el original que no se encuentra en la traducción. Algunos errores de omisión frecuentes (cuando se traduce, por ejemplo, a partir de PDFs) pueden ser que el traductor se haya comido alguna frase por no desplazar la regleta hasta abajo del todo o por haberse comido alguna frase por descuido, etc.
  • Revisión de cifras, fechas, números… También son más o menos comunes este tipo de errores. Puede que se haya puesto un dos en vez de un tres.
  • Revisión de nombres, apellidos, nombres de empresas… Son errores en los que reparan mucho los clientes y, por eso, es conveniente revisarlos.
  • Revisión de formato. Puede ser que falten o que no se hayan traducido partes del formato (pies de página, numeraciones de páginas, encabezados, etc.).

Lógicamente, partimos de la base de que al trabajar con traductores profesionales saben hacer correctamente los formatos en Word (por ejemplo, tablas). En algunos casos, hay traductores que no manejan apenas Word ni saben hacer tablas y en lugar de tablas utilizan cuadros de texto. Esto ya se ha tratado en artículos anteriores, como el que trataba de los certificados, como una práctica mal vista y molesta en ciertos ámbitos de la traducción.

En el caso de traductores que trabajen solo con Trados (o similares) no sabrán hacer los formatos y dependerá de la agencia o el cliente final convertir los documentos y realizar los formatos finales. También existen casos donde se mandan a maquetar los documentos (a empresas en países en desarrollo, frecuentemente) para que realicen el formato.

Revisión de consistencia

Esta variable ha adquirido una sobredimensión en la traducción por influencia de los programas CAT, donde se aplican la consistencia a rajatabla y hasta extremos exagerados.

No quiere decir que no exista consistencia en una traducción sin CAT. Si «assets» son «activos» y «liabilities» son «pasivos», se tratará de mantener la consistencia. Sin embargo, es una consistencia razonable e inteligente y no una consistencia aplicando un patrón robot. Los humanos usamos vocabulario y expresamos la misma cosa de distintas maneras. También es de buena redacción y de saber escribir el no repetir machaconamente lo mismo una y otra vez.

Pero esto no quiere decir que si he dicho que «bolts» son «tornillos«, que dos frases más abajo lo llame «perno» de tal forma que el lector no sepa a qué me estoy refiriendo. O que – incluso – en inglés pusiera «pins» y «bolts» y las dos las tradujera por «tornillos«.

No obstante, en este mismo punto (y como ejemplo) he utilizado «sin embargo», «pero» y «no obstante» (marcadas en negrita). Las tres quieren decir aproximadamente lo mismo y no ha pasado nada porque hay variado de conjunción o locución adversativa. Tampoco pasaría nada porque dijera que una conjunción es una palabra (o que puede ser una) y que una palabra es un vocablo. Estoy utilizando expresiones distintas para expresar lo mismo, pero en ningún momento nadie está perdiendo el hilo y las referencias están claras.

Pero en el caso que citaba de «tome la tornillo y ahora ponga el perno» sí que podría ser un problema el que se cambie de tornillo a perno (siendo las dos en inglés «bolt»). Por eso, las CAT (que, en un primer momento se utilizaban para traducir manuales automovilísticos y mecánicos) dan una importancia desmesurada a la consistencia.

Lo que ocurre es que muchos textos que manejamos en traducción no son manuales de automóviles ni de montaje mecánico y sí que podemos cambiar una palabra por otra sin que se acabe el mundo por ello. Y, no solo eso, sino que es mejor porque será un texto más interesante, rico y bien redactado. Incluso es bueno para el SEO y el posicionamiento de una web (por ejemplo) al no caer prácticas penalizadas como el «keyword stuffing» (repetición hasta el aburrimiento de una palabra o conjunto de palabras) o la repetición de textos (que se consideran contenidos «copiados» y también se penaliza).

El resumen es que la revisión de consistencia (realizada por un humano) es siempre una revisión ponderada, mesurada y reflexiva. En la medida en la que el revisor considera la importancia (o no) de utilizar una misma expresión en una frase determinada, un texto determinado y un contexto determinado.

Y puede que se admita – en un texto determinado – que «assets» se traduzca en un lugar como «activos» y en otro como «propiedades» y en otro como «bienes». Ya que el cambio de una por otra en nada interfiere con la comprensión del texto.

Revisión de erratas

Es otra parte importante de la revisión de traducciones. Aquí se incluyen todas las erratas muy comunes como una confusión de singular y plural, por ejemplo: «asset» y «assets», una letra de menos, o que falte un artículo: «the» o «a». En español estarían, por ejemplo, los errores de concordancia como errores bastante comunes (sobre todo en frases muy largas en la que el traductor se puede perder). En francés, serían muy comunes los errores de acentuación, etc.

Revisión de formato

Entran muchísimos aspectos. Los tipos de letra, sangrías, espacios, tabulaciones, las listas numeradas y viñetas, el espaciado… Son pequeños detalles que hacen que una traducción cambie de calidad profesional a calidad final.

Revisión de instrucciones aportadas

Por ejemplo, si se ha aportado un glosario o una guía de estilo, verificar que efectivamente lo han seguido. Aquí es importante destacar que estas instrucciones las habremos aportado antes y no podemos quejarnos de que no han seguido instrucciones que no hemos dado claramente o que ni habíamos aportado. Nadie puede seguir un glosario que no se la ha dado o que no se hubiera indicado que fuera necesario.

También es importante que el glosario se mande antes que la traducción o a la vez que se mande la traducción. No tiene mucho sentido mandar un glosario posteriormente cuando el trabajo ya se ha iniciado.

Por último, destacaría que es mejor dar dos apuntes cortos de algo concreto que haya o no haya que hacer que escribir mails kilométricos con muchos comentarios, ya que la gente se pierde y no leen todo.

Prácticas recomendadas y no recomendadas

Al margen de los tipos de errores, que ya hemos comentado, un aspecto muy importante es la forma de comunicación de los mismos. Hace poco leí un comentario de una persona que criticaba de una manera bastante feroz la profesionalidad de los traductores y luego se quejaba de que «se ponen enfermos«. Me faltó decirle que, claro, con esa actitud, lo normal es que cuando les ofrezca otro proyecto estén siempre enfermos. Porque el problema no es – como pensaba ella – que los traductores en general estén siempre enfermos porque les guste o que haya un virus específico que esté haciendo de las suyas entre los traductores.

Estilo acusatorio y estilo adversarial

En el estilo acusatorio se parte del principio de que todos los proveedores están siempre intentando engañar y presentarte una cosa mal hecha y entonces lo que hay que hacer es «pillarles algo«. Normalmente el tono es precisamente eso – acusatorio – y pueden ser frases como: «no has puesto tal y cual, mala pécora. Ponlo ya mismo y asegúrate de que esté todo bien, por favor«.

En el estilo adversarial de lo que se trata es de enfrentar unos proveedores con otros (por ejemplo, un traductor y un revisor) porque se piensa que de esa pelea (que puede ser más o menos sangrienta) va a salir un mejor producto.

Por mi parte, pienso que ninguno de estos estilos da resultado en traducción (aunque pueda funcionar en otros campos: en contratas de construcción o en otro tipo de profesiones). Porque en el caso del estilo acusatorio lo que se hace es quemar la base de datos (que — como comentaba esta persona — los traductores se «pongan enfermos» y no quieran coger trabajos). Y, en el segundo caso, pues puede ser que salga algo al final incluso peor porque han tachado palabras por una parte y por otra y al final es posible que no haya consistencia y sea incluso peor la traducción que al principio.

Esa es mi opinión aunque habrá gente que aplique estos estilos de gestión porque piensan que funcionan y dan resultado… También dependerá de la persona y de lo sensible (o no) que sea esa persona y de lo honesta (o no) que sea. Evidentemente, si son personas muy sinvergüenzas que trabajan mal por sistema y engañan por principio, pues igual esos sistemas pueden dar resultado. Pero, en caso contrario, lo que puede pasar es que se «pongan enfermos» a la hora del próximo encargo.

Buenas prácticas de comunicación

* La educación: si queremos conseguir que una persona colabore con nosotros, es mejor dirigirnos a ella amablemente;

* No hacer preguntas innecesarias: si sabes que hacer falta poner una coma, pues la puedes poner y no hace falta preguntar;

* No tratar de demostrar nada: porque no hago la revisión para demostrar nada, ni que me he leído la traducción ni que soy mejor que tú, la hago simplemente por hacer el trabajo lo mejor posible;

* Aportar argumentos. Pienso que es bueno – si se consulta o se duda – aportar una referencia concreta donde lo hemos buscado (el enlace, la fuente, otra traducción…);

* Aprender a diferenciar lo que es importante de lo que no lo es: todo lo que se destacaba en los puntos de revisión de integridad es importante. Si me falta una frase en un idioma que no traduzco y tengo que entregar la traducción, pues es importante porque no la puedo entregar sin la frase. Pero también tengo que tener en cuenta que a lo mejor no me pueden responder ni a las 4 de la mañana ni en el fin de semana y tratar de planificarlo lo mejor posible para que no existan incidencias en ese sentido;

* Sobre todo es importante escribir o llamar al traductor para lo que no pueda hacer yo mismo y necesite preguntar imperiosamente. Si pone 2 y sé que es 3 (porque lo pone) no necesito importunar a nadie.