Leon Hunter

El lenguaje en las redes sociales: «emojis», tuits y más

El lenguaje en las redes sociales: «emojis», tuits y más

El lenguaje en las redes sociales: «emojis», tuits y más

Con el afianzamiento de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea, nuestra forma de comunicarnos ha variado ligeramente. Hoy en día es habitual comunicarse a través de emojis o emoticonos —más adelante se explicará por qué no significan lo mismo—, así como a través del llamado «lenguaje SMS», que ya recogen muchos libros de texto de Lengua Castellana y Literatura de Primaria. Es evidente que ha habido una evolución en la forma de comunicarnos en los últimos años, tanto en el soporte como en los contenidos que transmitimos.

En nuestro tiempo, la comunicación rápida es esencial. Se puede decir que cualquiera que escribe a través de WhatsApp o Telegram aplica el principio de economía del lenguaje; es decir, decir lo máximo con el menor número posible de palabras. Un ejemplo de este principio lo encontramos en Twitter y sus 140 caracteres —ahora ampliados a 280—. Se premia no solo la inmediatez y la espontaneidad, sino también la concisión a la hora de comunicar. Esto presenta ventajas — v. gr., la facilidad de lectura, las ideas aparecen resumidas y permiten una rápida difusión—, pero también inconvenientes, como puedan ser la eliminación de nexos o el acortamiento de palabras. Además, las redes sociales ponen en contacto a personas de cualquier parte del mundo, por lo que el influjo de otras lenguas es evidente. Buena prueba de ello la encontramos en el neologismo stalkear —procedente del inglés to stalk ‘seguir, ver a alguien continuamente durante un largo período de tiempo de forma acosadora’—, que hoy en día se utiliza como sinónima, según el contexto, de espiar, cotillear o, incluso, de acosar.

Emojis y lenguaje tuitero

Líneas atrás se ha mencionado que hoy por hoy nos comunicamos a través de emojis o emoticonos. Lo primero que cabría señalar es que, aunque se pueden utilizar indistintamente, no significan lo mismo. El emoji —pronunciado [emoyi]— es la figura o icono que aparece en los teclados de los teléfonos móviles. Es decir, esto: ?. El emoticono sería el símbolo que se puede crear a partir de los signos de puntuación, como por ejemplo, :). De hecho, la cuestión está tan extendida que la RAE se pronunció a través de su Twitter para especificar si debía ponerse los emoticonos debían ponerse antes o después del punto.

También cabe mencionar cómo las redes sociales están influyendo en nuestro vocabulario. Ni qué decir tiene que el verbo seguir, en el lenguaje tuitero, poco o nada tiene que ver con la primera acepción del verbo seguir en el Diccionario de la lengua española, que lo define como ‘ir después o detrás de alguien’. El propio diccionario, además, incluye en su última edición la palabra tuit y sus derivados —tuitear, tuiteo, tuitero, tuitera—, por lo que se infiere la importancia y el asentamiento que estos términos tienen en nuestra lengua hoy día. Diferente suerte corre la voz avatar, con la que se hace referencia a la foto o imagen del perfil de la red social. El DLE aún no recoge tal acepción, aunque se podría relacionar con la tercera acepción: ‘reencarnación, transformación’. Otra palabra de uso muy frecuente es hashtag, un anglicismo cuyo equivalente en castellano podría ser etiqueta. Pero, quizá, la que se lleva la palma es la palabra influencer, con la que se hace referencia a aquella persona con capacidad para influir en otras en determinados ámbitos, sobre todo en las redes sociales y el marketing o mercadotecnia. La Fundéu recomienda dos palabras españolas formadas a a partir del verbo influir: influidor e influenciador.

El lenguaje SMS, ¿olvidado?

Es evidente que la forma de comunicarnos está cambiando constantemente. Los hablantes se adaptan a los diferentes soportes y, con ello, adaptan también sus respectivas lenguas. Pues bien, el llamado «lenguaje SMS» o «lenguaje chat» se caracteriza —o caracterizaba— por la abreviatura de las palabras, pues en función del número de caracteres, el mensaje costaba más o menos. Es decir, había un límite de caracteres fijado en 160. Tenía sentido, por tanto, abreviar palabras como porque o te quiero en las prácticas abreviaturas pq (o xq) y tq. Hablo en pasado porque hoy en día el SMS parece la última opción a la hora de comunicarnos con otra persona. Ahora bien, de hacerlo, hay que tomar nota: escribir correctamente —i. e., con acentos y símbolos de apertura de interrogación— puede incrementar el coste de los mensajes.

La enseñanza del lenguaje SMS ha sido muy criticada, sobre todo desde que apareciera en el temario de ciertos libros de texto de Lengua Castellana. Algunos argumentos en contra de su enseñanza apuntan hacia la desvirtuación de la lengua, a lo que se suma que los más jóvenes cada vez escriben peor. Es decir, este tipo de lenguaje puede agravar el asunto. Sin embargo, hay que buscar qué es lo positivo de que se enseñe este lenguaje. Por ejemplo, puede servir para tomar apuntes a ordenador de forma más rápida, pues a veces no da tiempo a teclear lo que el profesor dice y, para ello, es conveniente recurrir a las abreviaturas. Evidentemente, este lenguaje tiene cabida en un contexto determinado, pues se considera informal y, por tanto, no recomendable en registros más formales.

En definitiva, se puede ver que la lengua se va adaptando a las «exigencias del guion», puesto que la adaptamos en función del soporte que necesitemos. Las redes sociales aportan mucho más de lo que se suele pensar. La comunicación va evolucionando, ya sea a través de abreviaturas de SMS o de emojis en WhatsApp. En redes como Facebook o Twitter se puede percibir el influjo de otras lenguas —sobre todo del inglés— en nuestro vocabulario cotidiano. Es frecuente hoy día que quien va destripar alguna parte de una película diga que va a hacer un spoiler, de tal forma que los destinatarios son libres o no de conocer tal información. Es decir, nosotros nos adaptamos a los nuevos medios y, como consecuencia de este hecho, las lenguas también lo hacen.