Leon Hunter

¿Existe la sinonimia absoluta?

¿Existe la sinonimia absoluta?

¿Existe la sinonimia absoluta?

Los significados de las palabras no son independientes entre sí, y esto se debe a las llamadas relaciones de significado. Los términos pueden relacionarse de diferentes maneras: a través de la semejanza —como es el caso de los sinónimos—, a través de la inclusión —relaciones entre hipónimos e hiperónimos o entre merónimos y holónimos— o la oposición, como ocurre con los antónimos, por ejemplo. En el caso de los sinónimos, al establecerse una relación de identidad y semejanza, puede decirse que las palabras presentan significados semejantes e intercambiables en ciertos contextos. Ahora bien, ¿existen los sinónimos absolutos?

Conviene empezar señalando que, para que una palabra sea sinónima respecto de otra, es preciso que está presente un significado muy parecido, como ocurre con palabras como aceituna y oliva, o bajar y descender. Puesto que sus significados son similares, las podemos usar indistintamente en diferentes enunciados, como en los siguientes ejemplos:

1a. Pedí una caña y me pusieron unas aceitunas.

1b. Pedí una caña y me pusieron unas olivas.

2a. WhatsApp comienza a desarrollar su estrategia para luchar contra la difusión de noticias falsas (El Economista, 18/1/2018).

2b. WhatsApp empieza a desarrollar su estrategia para luchar contra la difusión de noticias falsas.

En los anteriores enunciados, resulta evidente que los términos señalados son sinónimos y, por tanto, intercambiables. De hecho, en el Diccionario de la lengua española, la segunda acepción de oliva es ‘aceituna’, mientras que la definición de aceituna es ‘fruto del olivo’. No obstante, que sean intercambiables en este contexto no implica que en cualquier enunciado se puedan utilizar indistintamente. Por ejemplo, no se podrían cambiar en el siguiente ejemplo:

3. Chile aspira a vender aceite de oliva en la UE tras la revisión de acuerdo comercial (eldiario.es, 18/1/2018).

Resulta evidente que no sería pertinente ni adecuado emplear la expresión aceite de aceituna en el anterior enunciado. Del mismo modo en que no se intercambiarían en el siguiente enunciado, pues no se usa la expresión campaña de la oliva:

4. Problemas para encontrar trabajadores en la campaña de la aceituna (Cadena SER, 17/1/2018).


¿Es posible la sinonimia absoluta?

Esta es una cuestión que ha sido abordada por numerosos lingüistas, y las posturas difieren sobremanera. Por una parte, hay lingüistas que argumentan que es imposible que existan dos palabras que sean intercambiables en cualquier contexto. Como asegura Escandell Vidal (cita, p. 58), «dos palabras pueden tener significados cercanos, pero nunca serán totalmente idénticos (y, en consecuencia, no resultarán totalmente intercambiables), ya que siempre habrá un matiz, por pequeño que sea, que las diferencie». También se trata de una cuestión de economía lingüística: sería innecesario que hubiera dos términos que expresaran lo mismo o hicieran referencia a la misma entidad. En los ejemplos mencionados anteriormente, existen matices de uso, como se ha podido observar. Incluso entre los verbos descender y bajar, relacionados en algunos enunciados como estos:

5a. En 2014 se marchó cedido al Racing, con quien descendió a Segunda B (Diario As, 15/1/2018).

5b. También patrocinó la camiseta del Rayo Vallecano hasta que bajó a segunda división (Diario Vasco, 28/12/17).

Sin embargo, a pesar de que puedan ser sinónimos, hay contextos en que no se pueden intercambiar y, por tanto, no se puede hablar de sinonimia absoluta:

6a. Gabbani lo deja claro: el hombre desciende del mono (El Mundo, 6/5/2017).

*No decimos el hombre baja del mono.

6b. Bruselas da libertad para bajar el IVA de tampones, pañales y preservativos (El Español, 18/1/2018).

*No se suele decir descender el IVA.

También hay lingüistas que aseguran que, en efecto, existen palabras que pueden ser intercambiables en cualquier contexto. Salvador Gutiérrez Ordóñez (2015, §9.1) menciona algunos términos que tienen el mismo contenido semántico y pueden sustituirse en cualquier contexto sin que esto produzca cambios en el sentido de la oración. Algunas de estas parejas de palabras serían malaria/paludismo, desertor/prófugo, monje/fraile o fisco/erario.

Sin embargo, a pesar de que existen parejas de términos que pueden ser interpretados como sinónimos absolutos, lo cierto es que siempre un término de la pareja presenta matices. Por ejemplo, entre pelo y cabello el segundo término es más general que el primero; entre horrendo y horrible, el primero es más intenso que el segundo, mientras que este último es, además, coloquial en algunos contextos. Lo mismo ocurre con otras parejas de palabras sinónimas, como amigdalitis y anginas —donde el primer término es más técnico que el segundo— o estío y verano, en que el primero de ellos es más literario que el segundo.

En suma, a pesar de que haya palabras que puedan ser sinónimas respecto a otras por su significado, es preciso tener en cuenta la perspectiva pragmática a la hora de analizar las dimensiones de significado de los términos. Desde un punto de vista estrictamente semántico, hay palabras que coinciden en la realidad a la que se refieren —como se ha visto líneas atrás con oliva y aceituna—, pero su uso está determinado por los contextos en que se pueden emplear


Referencias bibliográficas:

Escandell vidal, M. V. (2007). Apuntes de semántica léxica. Madrid: UNED.

Gutiérrez Ordóñez, S. (2002). De pragmática y semántica. Madrid: Arco/Libros.