Leon Hunter

¿Qué es la metáfora?

Qué es una metáfora

Qué es una metáfora

¿Qué es la metáfora?

Deja pasar las horas sin sentirlas,

que no quiero medirlas,

ni que me notifiques de esa suerte

los términos forzosos de la muerte.

No me hagas más guerra;

Déjame, y nombre de piadoso cobra,

que harto tiempo me sobra

Para dormir debajo de la tierra.

Francisco de Quevedo

 

Dos posibles interpretaciones de la metáfora

La definición de metáfora de la RAE resulta problemática:

1. f. Ret. Traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita, como en las perlas del rocío, la primavera de la vida o refrenar las pasiones.

Muestra en su definición que la traslación del sentido de una palabra a otra se hace «en virtud de una comparación tácita».

1. La metáfora no es un símil

En esta interpretación la metáfora no puede incluir la comparación entre dos términos (aunque esta comparación sea tácita). La metáfora sería completamente diferente al símil o comparación.

 

2. La metáfora como un tipo de comparación: comparación tácita (o sobreentendida)

En una segunda interpretación, la metáfora consistiría en una especie de símil, en última instancia, ya que tanto el símil como la metáfora se basarían en la semejanza entre dos ideas para resaltar los aspectos comunes en ambas; si bien el símil emplea la comparación explícita entre dos cosas, mientras que en la metáfora está comparación sería tácita. En un símil ambos elementos se nombran y hay un conector. Por ejemplo: «los alumnos están como sardinas en lata» (aparecen los dos elementos – alumnos y sardinas – y aparece un conector, que en este ejemplo, es como).

Primera interpretación

Una comparación supone la existencia de dos objetos que mantengan, cada uno de ellos, una identidad (por ejemplo, si  comparamos La casa de Papel con Pulp Fiction mantenemos la existencia de dos contenidos audiovisuales diferentes; y por eso podemos efectuar una comparación: «pues yo creo que ambas mantienen muy bien la expectación», o «los personajes deben ocultar su nombre y vida personal en un principio, pero al final se acaba desvelando»). Si dijéramos -siguiendo con ejemplos conocidos-: «Matrix es la alegoría de la caverna», lo que estaría diciendo es que no hay una diferencia sustancial entre Matrix y el mito de la caverna; por el contrario, Matrix no puede compararse con la alegoría de la caverna (explicación sencilla de esta alegoría) porque son una y la misma cosa, y lo son por una semejanza tan importante que permite a los dos objetos ser uno solo. Esa semejanza -a saber: la contraposición entre un mundo real y un mundo aparente- permite identificar los dos objetos. ¿Por qué lo permite? Porque recoge conceptualmente un aspecto profundo de cada objeto y permite que se unifiquen en uno solo.

En esto consistiría la metáfora, en identificar dos objetos por medio de una semejanza fundamental. Al decir «tu piel es el desierto por el que atravieso mi alma desnuda», no estoy comparando una piel con un desierto, sino que afirmo que una piel es un desierto por varias cualidades (la inmensidad, lo sublime, la calidez, etc.). Esto se puede deducir. No es más inmenso el desierto, ni menos sublime «tu piel», ya que ambos -el desierto y «tu piel»- son la misma cosa porque tienen en común algo tan importante que permite que sean la misma entidad. Destacar la relevancia de una cualidad que permite identificar dos objetos es el aspecto más interesante de esta interpretación de metáfora.

Nos damos cuenta de que son la misma cosa cuando entendemos la metáfora. Para entenderla, uno de los pasos es comprender cada uno de los conceptos. Si entendemos lo que es un desierto y lo que es la piel llegaremos a captar la semejanza que existe entre ambos, y una vez que poseamos esa semejanza, podremos entender su identidad. La comparación o el símil se limitaría a la semejanza; no llegaría a la identidad.

Si se dice «tu piel es el desierto», se sigue manteniendo una identidad entre los dos objetos sin que sepa en virtud de qué se mantiene esta identidad (aunque uno la pueda imaginar). Seguiría siendo una metáfora, pero bastante imprecisa. Muchos poetas juegan con esa imprecisión, por la razón indicada: estimular la imaginación del lector.

 

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.

Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.

Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.

Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.

Antonio Machado

 

El «mar» es una metáfora, pero puede figurar o identificar muchísimas cosas. Según Francisco Rodríguez Marín, el mar sería para Machado lo indistinto, la inmensidad donde desaparece todo lo individual.

Si se dijese: «tu piel es como el desierto», se mantendría la separación real entre los dos objetos: hay una piel y un desierto, y entre ellos hay cualidades comunes y otras que no. La metáfora desecharía todas las cualidades que no son comunes entre los dos objetos por ver estas cualidades como insignificantes para vincular el sentido literal con el sentido figurado, y quizás por eso la RAE incluya en la definición de metáfora una «comparación tácita». No obstante, en esta intepretación de metáfora no existiría comparación, aunque pueda ser el resultado creativo de una comparación.

En conclusión, con esta primera interpretación podríamos definir la metáfora como el recurso lingüístico que identifica dos objetos por medio de cualidades comunes a ambos.

La comparación, por el contrario, se limita a resaltar las cualidades comunes o contrarias entre dos objetos. De ahí resultaría la diferencia entre alegoría (conjunto de metáforas con un mismo sentido) y analogía (conjunto de comparaciones con un mismo sentido).

Un ejemplo de alegoría:

Buscando mis amores

yré por esos montes y riberas;

ni cogeré las flores,

ni temeré las fieras,

y pasaré los fuertes y fronteras.

San Juan de la Cruz

 

Un ejemplo de analogía sería que se expresase que el ajedrez es como la vida: se debe meditar qué movimientos realizar en tu turno, teniendo en cuenta que las circunstancias de la vida son un oponente que también tiene derecho a mover; que tienes unas posibilidades limitadas por el conjunto de escaques -así se llaman a las casillas- del tablero; que cada una de tus acciones está orientada a un objetivo, que en el caso del ajedrez es hacer jaque mate; y que tienes un tiempo limitado para jugar.

 

Segunda interpretación

Si partimos de que una metáfora cumple una función retórica -como figura literaria que es- en un texto, el uso de la metáfora será únicamente vincular dos conceptos diferentes de una manera bella (sin pretender vincularlos de una manera real).

De este modo, si la metáfora se entiende como una traslación del significado de una palabra a otra con el propósito de resaltar las cualidades comunes entre los dos objetos, la metáfora es solo un tipo de comparación que emplea la identidad aparentemente. Al hacerlo de manera velada, la RAE incluye en su definición de «metáfora» que se hace  «en virtud de una comparación tácita» .

Sea como sea, en cualquiera de las dos interpretaciones, la metáfora siempre es una traslación del significado de una palabra a otra por una relación de semejanza.

De esta definición nos da pistas su propia etimología. Según el Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española la palabra «metáfora» proviene de la raíz griega «φέρω»: llevar, y comparte la misma raíz que «ánfora» (“vaso de dos asas y que se puede llevar de ambos lados”) o «semáforo» ( porque lleva la «señal», que es, «σᾒμα»).

 

Bibliografía

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. <https://dle.rae.es/met%C3%A1fora?m=form>[15/12/2021]

Poesía de la Edad de Oro II, Editorial Castalia, 1984

Campos de Castilla, Antonio Machado, Cátedra, 2013

Poesía, San Juan de la Cruz, Cátedra, 2018

Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, Edward A. Roberts y Bárbara Pastor, Alianza Diccionarios, 2019