Leon Hunter

Jurados de la L

Formación Jurados

Formación Jurados

En la entrada anterior vimos las vías de acceso al nombramiento como traductor jurado, que eran: licenciado (L), por examen/convocatoria (C) o por reconocimiento de una titulación extranjera (R).

También comentaba que la vía L tradicionalmente ha tenido «mala fama» y que esta vía es la que ahora se ha suprimido.

¿Por qué tienen mala prensa los jurados nombrados por la vía de licenciado en TeI (Traducción e Interpretación)?

Es casi un tema tabú y apenas se habla de ello pero como traductor jurado que soy opino que la formación en traducción jurada impartida en muchas universidades es deficitaria. La carrera de Traducción e Interpretación es de reciente creación en la mayoría de las universidades en las que se imparte (excepto Granada, Salamanca y alguna más) siendo una carrera con apenas 10 años de trayectoria.

Diría que el fallo es que muchas de las personas que impartían clase en TeI no contaban (o incluso, siguen sin contar) con una experiencia profesional suficiente y son «académicos de carrera» – personas que con 25 o 26 años ya han terminado o están cursando el doctorado y comienzan a dar clases. El problema en traducción – que es una profesión eminentemente práctica – es que sin una base sólida de conocimientos forjada con el ejercicio profesional es muy difícil impartir unos contenidos a un grupo de alumnos, muchos de ellos con experiencia en traducción. Una compañera mía de clase, traductora y con algunos años de profesión tras de sí resumía del siguiente modo la situación: ¿Y qué me va a contar a mí o a un profesional de traducción con 10 o más años de experiencia una «niñata de 25 años» [sic] sobre traducción?

Sin despreciar los conocimientos teóricos que puedan haber adquirido, la traducción es ante todo una profesión de carácter práctica – es más parecido a un oficio, artesanía, arte, habilidad, actividad gremial, llámalo X, que a una disciplina académica. Por tanto, ante el fracaso de la formación de nuevos jurados vía licenciatura, si somos honestos, tenemos que pensar en dos culpables: el profesorado y los contenidos. El profesorado no se hará autocrítica y echará balones fuera, culpando a Aneca (los malos de la película) de los problemas de la enseñanza pero hay una cosa que es evidente: si los alumnos son malos, el 50% (al menos) de la culpa es del profesorado. Cuando los profesores no tienen formación, los alumnos tampoco pueden adquirirla, por mucho que quieran aprender. Si el profesor de traducción jurada:

– No tiene un dominio nativo de la lengua – por ejemplo, es un español dando clases de traducción al inglés (cosa bastante frecuente en las universidades españolas);

– Tiene poca o ninguna experiencia profesional en traducción jurada (o incluso en traducción en general);

No es traductor jurado; y

– Tiene poca experiencia en enseñanza porque es un doctorando o un doctor recién titulado.

El resultado es que probablemente cometa muchos errores de todo tipo y los alumnos de las primeras promociones (auténticas «cobayas de laboratorio») salgan mal formados y se vean obligados a complementar su formación con formación continua, cursos y llevándose muchas «hostias» por el camino (que es lo que nos ha pasado a los que salimos de las primeras promociones de Traducción e Interpretación).

Sin duda, ha mejorado mucho la formación en las facultades de traducción de España y seguirá mejorando en el futuro pero, en cuanto a la traducción jurada y dada la calamitosa práctica profesional de algunos licenciados nombrados jurados en las primeras promociones de TeI, se ha suprimido la vía de nombramiento por licenciatura. Esto se ha producido porque, como he comentado, la formación era escasa y deficitaria y solo una persona muy autodidacta y muy interesada en traducción jurada podría llegar a ser un traductor jurado de éxito con el poquito bagaje que aportaba la licenciatura en TeI. Por otra parte, me parece notable que muchas de las personas nombradas por la vía licenciatura no han tenido ningún interés posterior en su desarrollo profesional y no se han unido a ningún foro (el foro de intérpretes jurados, la lista Traducción en España…) y/o asociado a alguna asociación de profesionales para continuar su desarrollo profesional. En otros países como Estados Unidos, los miembros de la ATA (American Translators Association) que se certifiquen y quieran conservar la titulación tienen que completar – a lo largo de toda su carrera profesional – créditos de formación continua y de aprendizaje permanente. No vale aprobar un examen y echarse a dormir: hay que seguir formándose siempre.

La comunidad académica realizó alguna protesta contra la supresión de la vía L y también nos enviaron una encuesta para conocer la opinión de los jurados que habían accedido vía licenciatura sobre la formación impartida (¡a buenas horas, señores!).

Parecía que la comunidad académica había estado 10 años con la «cabeza metida en la arena» y sin fijarse en la cantidad de consultas que llegaban a los foros (públicos y privados) de los «jurados de la L» que no tenían la más mínima idea de cómo hacer una traducción jurada, situación que ha motivado la imagen nefasta de los «jurados de la L» tanto del colectivo profesional como de los funcionarios del ministerio.

Así, hay algún «jurado de la L» por ahí que va dando bandazos como el que lleva la L en el coche – por citar un ejemplo muy gráfico – y la poca aptitud de unos nos perjudica a todos los que accedimos por la vía de licenciado. Los jurados que llevan la marca de la L – como el conductor que lleva la L – son objeto de soplidos, resoplidos y críticas de los otros «conductores» que les ven como aprendices molestos. Unas veces merecidamente y otras veces inmerecidamente los que llevan el estigma de la L de novato se llevan algún «bocinazo» o algún improperio, ya sea en foros, en ambientes profesionales, desde el departamento de legalizaciones del ministerio… Conscientes de que han accedido por una «vía fácil» los «jurados de la L» se sienten como «gatecrashers» o personas que se han colado en la fiesta por la puerta de atrás – y esta falta de autoestima y legitimación para el ejercicio profesional (opino yo) también ha tenido una influencia en la bajada de tarifas y el deterioro de la profesión de traductor jurado (actualmente en mínimos históricos). Y esto es objeto de otra entrada sobre la bajada de precios a consecuencia del aumento de traductores jurados por la vía de licenciado en TeI.

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