Leon Hunter

Los anglicismos en el español actual

Los anglicismos en el español actual

Los anglicismos en el español actual

Gran parte del vocabulario actual de la lengua española es deudor de voces que en su origen eran importaciones léxicas absorbidas por el español desde lenguas extranjeras, es decir, lo que se denomina extranjerismos. Estos vocablos pueden ser distinguidos según su lengua de origen (arabismos, italianismos, galicismos, anglicismos, etc.). No obstante, a medida que se ha estabilizado y normativizado la lengua española a lo largo de la historia, el carácter neológico original de estas voces se ha ido deteriorando para acabar formando parte del léxico patrimonial del español. Esto quiere decir que palabras como ‘barrio’ o ‘espinaca’ son arabismos que el hablante no reconoce como tal, sino que, como explica Alarcos, son vocablos que pasan inadvertidos entre el léxico tradicional. Lo mismo ocurre con anglicismos como ‘cheque’ o ‘tranvía’, pero la influencia del inglés sigue trayendo al español vocablos nuevos que, por su frecuencia de uso en la oralidad, se introducen en la lengua española como extranjerismos o préstamos.

ANGLICISMOS EN EL ESPAÑOL ACTUAL

La influencia de la lengua inglesa sobre el español no es un fenómeno actual, ya que puede ser rastreado desde la primera mitad del siglo XIX por parte del Romanticismo británico. Sin embargo, los anglicismos en el siglo XXI han ido proliferando cada vez más en las importaciones léxicas del español por dos motivos principales.

Anglicismos como tecnicismos

En primer lugar, la extensión de los medios de comunicación y el desarrollo de disciplinas especializadas (tecnología, economía, ciencia, política y empresa) donde el inglés es considerada la principal lengua de comunicación. Esto resulta en que gran parte de los anglicismos introducidos sean tecnicismos, como es el caso de marketing, software, onboarding, etc. así como otros neologismos introducidos por influencia del uso de las redes sociales, como ‘retuitear’ o ‘bloggear’.

El Spanglish

Por otro lado, de gran importancia es la influencia de Estados Unidos en el español de América, donde nos encontramos incluso que el contacto directo entre ambas lenguas ha derivado en una variedad autónoma denominada spanglish acuñada por los hispanohablantes residentes en EEUU. El español de América ha asimilado muchos más anglicismos como parte de su propio inventario léxico. Algunas palabras como ‘carro’, ‘bife, ‘elevador’, ‘curita’, ‘cocoa’, ‘apartamento’, etc han dejado de ser extranjerismos para formar parte de estas variedades del español.

A pesar de que la normativa de la lengua española es capaz de recoger estas últimas asimilaciones en el Diccionario académico como variedades diastráticas, la introducción de muchos anglicismos en el vocabulario del español presenta un reto para La Academia.

¿DEGENERACIÓN DE LA LENGUA ESPAÑOLA?

Autores como Lázaro Carreter describen la excesiva absorción de neologismos como una degeneración de la lengua española, dado que esta gran influencia del inglés traída por los medios, más allá de presentar voces nuevas para introducir nuevos conceptos, ha fomentado el uso y asimilación de extranjerismos innecesarios. En este sentido, existe cierta controversia con respecto al hecho de referirse a estas voces importadas como ‘préstamos’ dado que son vocablos que, lejos de devolverse y aportar algo nuevo, se mantienen y suponen además una pérdida para la lengua receptora.

Anglicismos por necesidad

Así, como se ha mencionado anteriormente, si bien muchos anglicismos son introducidos por necesidad a falta de un vocablo equivalente en español –por ejemplo ‘yogur’ o ‘sherpa’–, se ha observado como gran parte de los anglicismos extendidos en los medios son resultado de una falta de preocupación o desconocimiento a la hora de buscar alternativas equivalentes en castellano. De hecho, muchas formas adaptadas de estas voces no parecen triunfar y en su lugar hay una tendencia a mantener el extranjerismo crudo (slot en lugar de ‘ranura’) o inventar palabras nuevas (forwardear en lugar de ‘reenviar’).

Desplazamiento de palabras patrimoniales

Esto supone el riesgo de desestabilizar el sistema ortográfico y fonético del español al introducir en el Diccionario vocablos como marketing cuya adaptación castiza (‘mercadotecnia’) no triunfa a pesar de ser más consistente con la normativa del español. Esto también implicaría un deterioro léxico del vocabulario de español dado a una tendencia de desplazar las palabras patrimoniales disponibles por anglicismos innecesarios como por ejemplo, usar bluyín en vez de ‘pantalón vaquero’.

Retos de la Real Academia

La Real Academia Española se enfrenta ante el reto de preservar la normativa tradicional de la lengua a la vez que da cuenta del léxico usado por los hablantes. Ante esta situación, esta ola de anglicismos en la actualidad ha irrumpido poniendo de manifiesto la necesidad académica de encontrar un equilibrio entre preservación y una innovación que no adultere ni deteriore la riqueza léxica del castellano. Por lo general, la normativa se muestra flexible ante la introducción de estos préstamos a la vez que remite a expresiones adaptadas o castizas de los anglicismos para promover el conocimiento de voces castellanas equivalentes.

Es importante considerar las circunstancias que hacen al castellano tan permeable a los anglicismos en la actualidad. Si en efecto existe un desinterés por seleccionar alternativas en el léxico español es debido a que los hablantes no perciben dichos vocablos como necesarios en la oralidad debido a que el inglés es la lengua dominante en muchos campos. El principio de la economía lingüística es lo que más amenaza con desplazar las palabras patrimoniales, pues resulta más conveniente aceptar palabras que sean reconocibles entre hablantes de distintas lenguas.

Soluciones de la Academia

En este sentido, la solución de La Academia de redirigir en el diccionario a las alternativas castellanas de los anglicismos, es una buena solución para no perder las palabras patrimoniales. Sin embargo, observamos que si se pretende dar presencia a dichos vocablos, la normativa deberá restringir los extranjerismos crudos permitidos en la lengua escrita. El uso de los anglicismos en la oralidad es un fenómeno que tiende a extenderse por los hablantes, pero en lo referente a la normativa, resulta contraproducente aceptar importaciones léxicas innecesarias en la escritura cuando esta se tiene, por lo general, como referente de la normativa.

¿LOS ANGLICISMOS ENRIQUECEN O DEGRADAN LA LENGUA?

Otro aspecto a tener en cuenta es cómo los anglicismos podrían enriquecer más que degradar la lengua española. Esto resulta más evidente en el español de América y cómo estas variedades han adaptado muchos anglicismos aplicando la normativa del español, convirtiendo estos vocablos en palabras patrimoniales. En este sentido, observamos cómo en estos casos los anglicismos no han adulterado la normativa del español, sino que por el contrario la normativa se ha impuesto sobre estos extranjerismos para incluir voces nuevas que pasan desapercibidas en el inventario léxico del español. Este fenómeno además refuerza el sistema ortográfico y morfológico del español, por lo que es importante dar cuenta de las posibilidades de crecimiento e innovación que pueden aportar las anglicismos a la vez que se mantienen reglas explícitas de expresión escrita que refuercen el uso de vocablos patrimoniales.

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